sábado, 5 de mayo de 2012
La carrera por el poder
Hace poco volví a ver PRIMARY COLORS, una película que en su momento me pareció bastante tediosa y un poco absurda; casi catorce años después, me ha gustado bastante. Todo ello me lleva a pensar en el bien que ejerce sobre algunas obras el paso del tiempo, o mejor, la distancia de miras. Primero porque el asunto de faldas que escandalizó a la opinión pública, y que tenía como principal acusado a Bill Clinton, no era, en sí, el "gran tema" de la política estadounidense de finales de los noventa (hasta ahí podía llegar la broma), sino el tremendo desgaste sufrido por los demócratas y que daría con un tipo tan peligroso como George Bush en la Casa Blanca. Y ahí es donde un director tan inteligente y audaz como Mike Nichols consigue los mejores momentos de esta oscilante cinta, a ratos apasionante, a ratos fría y analítica, y a ratos planteada como un exhaustivo collage de personalidades interpuestas, con unos estupendos John Travolta y Emma Thompson en primera fila. Precisamente por eso no creo que sus dos horas y media sean excesivamente largas (EL ALA OESTE DE LA CASA BLANCA no podría haberse resumido tanto... por ejemplo), sí un poco dispersas, sin llegar a decidirse por un tono en concreto. Tenemos una campaña electoral un poco caótica, un escándalo, una lucha a muerte contra los adversarios (la parte final es realmente cruel, en este sentido) y la sensación de que siempre son otros quienes manejan el cotarro. Travolta está excelente y sin caer jamás en la parodia; su personaje es tan tierno como patético, tan familiar como repugnante, y en ese torrente de emociones aparentemente contrarias, si no hubiese estado Nichols nos hubiésemos encontrado un tocho pseudoconspiratorio de dimensiones "mailerianas". Y es que, tal y como sospechábamos, ser de carne y hueso siempre tiene un precio.
Saludos primarios.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
1 comentario:
A mí me gustó, la verdad...
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