domingo, 20 de mayo de 2012

Rincón del freak #67: La indocumentación, como pasaporte, no lleva a ningún lado



Ustedes saben que yo, en esta sección, aparte de traerles alguna que otra birria también me descuelgo con aquellas bizarradas semi(o)cultas que permanecen (y a veces no deberían salir de allí) en los cajones del ostracismo cinéfilo. La de hoy pertenece a esa categoría, aunque también a la otra... una cosa rara pero rara de verdad. Lo digo porque una cosa es atender a las alucinaciones filmadas por Alejandro Jodorowsky, con todo el peso literario que arrastra el autor chileno, y otra muy distinta es querer hacer pasar un mero cachondeíto blandipornesco con machos cabríos, cruces invertidas y ritos satánicos en los que salen jovencitas enseñando pelucón, por "una revisión del universo del Marques de Sade"... Ya he advertido aquí alguna vez lo injustamente que se ha tratado a este excepcional escritor, al que se le atribuyen una serie de dogmas absolutamente falsos, por cuanto su dedicación fue casi exclusiva a luchar contra las injusticias de su tiempo, casi todas promulgadas por la estricta moral católica; pero de ahí a los cultos de Satán, creo que media un mundo. Y, bueno, tampoco hay mucho que contar, porque ALUCARDA, LA HIJA DE LAS TINIEBLAS, que así se llamaba esto, no era más que (ya digo) un desesperado intento, por parte de un acólito sin talento para la inventiva, por llevar la imaginería jodorowskiana al cuento de terror, solo que el resultado está más cerca de cualquier bizarrada de la Hammer que del ensayo experimental que se nos quiere vender. Para rematar, hay tocamientos virginales en las praderas, monjas embadurnadas en sangre, efectos especiales de todo a cien y mucho adobe en lugar de ladrillos; en definitiva, una mala película que se vende más por lo que supuestamente promete que por lo que finalmente es, así que allá ustedes si les ha picado la curiosidad. Advertidos están.
Saludos endemoniadamente endemoniados.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!