jueves, 24 de mayo de 2012

Quien bien te quiere bien te hará sufrir



Lo primero que me llama la atención de J. EDGAR es que apenas reconozco la mano de Clint Eastwood en ella; puede que por eso la música, compuesta por él mismo, aparezca en cada rincón de este film más apesadumbrado que sombrío, que supongo que debía ser el tono buscado por un director al que, cada vez más, parecen pesarle (y lo entiendo perfectamente) los años. Y lo digo porque ésta es una película ramplona, sin grandes defectos de forma pero con un lastre en el ritmo ciertamente preocupante, sobre todo en el incesante on/off no ya temporal, puesto que no se trata de una narración lineal, sino de las permutas emocionales de un personaje tan acaparador como debió serlo en la vida real; no hay un plano que escape a la influencia de un Leonardo DiCaprio que, aun siendo lo mejor del film, no se le termina viendo totalmente cómodo. Era un reto, porque Hoover lo es, porque hablamos de un tipo que sobrevivió en su puesto a ocho presidentes y llegó a tener más influencia que todos ellos; pero también de un pobre diablo lleno de temores, complejos y hasta taras físicas (su tartamudez), con la más que alargada sombra de su dictatorial madre sobrevolando cada acto o cada pensamiento y con la imposibilidad de dar rienda suelta a su naturaleza homosexual. Anécdotas aparte (y el film está repleto de ellas), el problema de esta película es el mismo de HEREAFTER, que resulta muy difícil atribuirle un porqué al hecho de que un octogenario se ponga a los mandos de dar registro de una de las personalidades más inabarcables de toda la historia norteamericana, si no es, claro está, por un postrer impulso de recuperar el tiempo perdido. Lo curioso es que Eastwood siempre ha funcionado mejor a ras de suelo, con sus maravillosos perdedores y sus pequeñas cuitas perfectamente engarzadas; y parece que el trago de solemnidad con el que el director se toma a un personaje que, vaya por delante, de solemne tenía poco (más bien de paranoico y fascistoide), termina por imponerse a los dos o tres momentos que pretenden ser "profundos", como son las terribles charletas de una aterradora Judi Dench, el ataque de ira de Clyde Tolson (el amante y mano derecha de Hoover) o todo el caso con Charles Lindbergh, al que se vuelve una y otra vez de manera cansina. En definitiva, una película menos grande (en el más amplio sentido de la palabra) de lo que pretende ser y una pequeña decepción viniendo de quien viene, aunque sigo viendo las palabras "Beyoncé Knowles" en el próximo proyecto de Eastwood y, francamente, me echo a temblar... Ah, lo del maquillaje simplemente no tiene nombre... no señor...
Saludos federales.

2 comentarios:

Mister Lombreeze dijo...

El maquillaje de los yayos es de este estilo:
http://www.youtube.com/watch?v=B2cunDHpo68

La peli es un rollo. A mí no me decepcionó porque iba prevenido.

dvd dijo...

Joder, veinte años, macho... Pero sí, i agreed...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!