viernes, 26 de septiembre de 2008

Las entrañas de la bestia

Sobre los grandes acontecimientos ha gravitado gran parte de la historia del cine ¿Qué mejor marco que la fastuosa sala de cine, repleta de espectadores/voyeurs que quieren saber, asistir a un magnífico despliegue visual y sonoro? Ese ha sido el sustento principal que ha dado status de gran arte al llamado séptimo de ellos.
Peo todo cambia, se transforma como bola de energía, precisamente para no sucumbir bajo su propio peso. E incluso las grandes epopeyas, las que cimentaron, entre otras, las legendarias crónicas de los grandes estudios, han ido adquiriendo, paulatinamente, un rigor más introspectivo, dejando de lado el recurso del espectáculo y ciñéndose más y mejor a ámbitos privados, íntimos; acercando más la cámara y el discurso a un espectador que, por fuerza, tiene que ser menos ingenuo, pues su vida se ve diariamente saturada de imágenes e información.
El retrato que nos propuso hace cuatro años Oliver Hirschbiegel de Adolf Hitler fue, precisamente, éste. DER UNTERGANG es, al mismo tiempo, muchos frentes abiertos y, casi mágicamente, sale airosa en casi todos. La principal es (no puede ser de otra manera) ajustar la MAGISTRAL interpretación de Bruno Ganz (la mejor de este personaje que yo haya visto hasta ahora); ajustarla para que no se saliese de contexto y borrase de un plumazo al resto de actores (aunque esto sea inevitable), a la infecciosa e interiorista trama (prácticamente teatral) e incluso al propio transcurso del film, que ve, durante su extenso metraje, cómo, de no ser por la omnipresente figura de Ganz, hay asomos de languidez e incluso aburrimiento.
Porque DER UNTERGANG no es una cinta bélica al uso. Es en esa casi imposible identificación, y hasta empatía, con un desquiciado, derrotado, ya muerto Hitler, donde hallamos la clave para no acabar transtornados también nostros. La acción, casi por entero en el búnker que serviría de último refugio y sepultura al dictador, se condensa en la relación de éste con su secretaria personal, personaje abrumado por las circunstancias, y los revoloteos incesantes con sus grandes generales (Goebbels; Himmler...) y, por supuesto, su devotísima y entregada Eva Braun.
Es posible que una interpretación como la de Ganz deba oscurecer por fuerza al resto de sustentos de la película, pero no me queda más que reseñar el loable esfuerzo del director, frente a otras propuestas más o menos ridículas, por cohesionar y dar lustre a un relato que muchos habían imaginado pero pocos se habían atrevido a poner en imágenes. Todo un reto.
Subterráneos saludos.

2 comentarios:

atikus dijo...

Una pelicula fantástica, para ver en V.O....bueno como todas claro, y la actuación de Bruno Ganz sin duda especial por el papel histórico.

Saludos

ethan dijo...

Lo de Bruno Ganz es para quitarse el sombrero. Sobre esta excelente película decir que tiene momentos excelentes, muy simbólicos: como áquel del niño que regresa de la guerra. Para mí representa Alemania. Sus juegos de guerra aún siguen en la mesilla de noche (soldaditos, tanques, etc). La madre dice: "Está enfermo, pero todavía vive"
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!