Empecemos por el principio: A estas alturas, definitivamente, el señor Kim Ki-Duk me parece insoportable y arrogante; sus películas vacuas y falsas más que un billete de treinta euros. Pero la que voy a comentar me gusta, así que atención.
BOM YEOREUM GAEUL GYEOUL GEURIGO BOM, 봄여름가을겨울그리고봄 o mejor PRIMAVERA, VERANO, OTOÑO, INVIERNO... Y PRIMAVERA es todo lo que el señor Kim Ki-Duk tiene dentro; un discurso aparntemente trascendente, visualmente preciosista, filosóficamente evocador, de "gran calado", como suele decirse. Es una esponja mojada que va quedándose seca a medida que su autor debe internarse por los vericuetos de la narrativa. Y es que explicar, contar, narrar, nunca ha sido el fuerte del surcoreano, que se mueve más cómodamente por el nonsense espiritualista (casi animista, diría), jugando casi siempre a invitar al espectador a su taller particular, donde las cosas no son o que parecen o, por lo menos, así se quiere hacer creer.
En la que nos ocupa (que es la primera suya que vi y prefiero evitar escribir dos veces el título) el tema de la redención es capital. No serían, por tanto, tan importantes los personajes individuales como la "idea" de la idea. Como en un espectacular libro de autoayuda, el director nos inyecta a lo bestia cuál es su idea del mundo actual y la contraposición a ese ideal bucólico y apartado, que encuentra su máxima expresión en la imagen de la islita donde mora el monje; lugar-icono al que el descarriado protagonista debe encontrar la entrada y cuyo difícil y deseado acceso simboliza todo lo que la sociedad del bienestar ha ido arrebatando al hombre moderno: el esfuerzo para lograr incluso las metas más pequeñas. Lo que salva a la cinta de caer en la autoparodia es el ya típico uso de la crueldad y la pasión de un autor que, festivaleos aparte, no me merece ningún respeto porque se pavonea como si hubiese inventado alguna regla dorada en un arte al que ya sólo le queda el recurso de la intimidad y la humildad (curioso anti-silogismo) como última frontera hacia el redescubrimiento de sus infinitas posibilidades.
Aquí se quedó este tipo; luego, el ser uno de los directores actuales más prolíficos no ha hecho más que ensanchar el globo y dejar al descubierto los espacios vacíos, que en su caso son muchos.
Saludos desde el cambio de estación.
2 comentarios:
¿Si digo que me gusta me dejas de hablar? Estoy buscando lo de winterbottom. Un saludo.
No, hombre. Mejor que te guste Kim Ki-Duk que, no sé, Shyamalan... por decir algo.
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