martes, 9 de septiembre de 2008

Ecos

A menudo, en esto del cine, nos encontramos con buenas intenciones que resbalan por culpa de elementos que son ineficaces para lo que el director se propone. Puede fallar el talento del mismo director, aunque también éste puede salvar un desastre generalizado; puede hacerlo una mala localización; o malas interpretaciones; un deficiente guión, etc... Al mismo tiempo, la valentía y desparpajo de un director joven, si se suma a un notable dominio de su oficio y un gusto nada desdeñable por la adaptación, normalmente tiene como resultado una de esas curiosidades que marcan positivamente el devenir de dicho director.
En el caso del australiano Peter Weir, todo esto se cumple con certera precisión e incluso se magnifica, pues pudiésemos estar hablando de uno de los más reputados y respetados directores de los últimos treinta años sin haberse salido de parámetros estrictamente comerciales. Cine comercial, sí, pero de calidad.
Ya en 1975, con sólo 31 años y en su país natal, Weir abordó un dificilísimo trabajo de adaptación sobre la novela que poco antes había escrito Joan Lindsay y que narraba un misterioso hecho acaecido realmente hacia 1900 en Hanging Rock, un grupo montañoso de Australia. PICNIC AT HANGING ROCK es capaz de transmitir el ambiente insano y surreal de la novela con el mismo pulso que nos muestra bucólicas imágenes de adolescentes disfrutando de su día de picnic. Weir abre diversos frentes y en todos sale más que airoso. Por un lado, asistimos a la disciplina de un colegio de muchachas donde van a parar las hijas de clase alta tanto europea como norteamericana. En contraste, las rudas costumbres locales que repelen y atraen por igual a este numeroso grupo de adolescentes.
Todo va como tiene que ir, plácidamente y sin sobresaltos; y aquí Weir arriesga y acierta notablemente al no dejarse llevar por las prisas propias de su bisoñez, en vez de eso, nos muestra una serie de estampas dignas del mejor Renoir (padre) en las que nuestros sentidos se ven predispuestos para el extraño desenlace. Porque lo que ocurre luego es ciertamente muy extraño. El tiempo se detiene (literalmente), un sopor colectivo se apodera de la expedición y tres de las muchachas mas una profesora desaparecen sin dejar ni rastro. A partir de ahí, un halo de extrañeza invade el film, porque todo son preguntas pero no hay respuestas.
Y esto es, en definitiva, una de las películas menos conocidas de un director conocidísimo, que se puede disfrutar actualmente en DVD y que da toda una lección de cine de misterio casi sin presupuesto y con grandes dosis de imaginación.
Saludos sobre la hierba.

2 comentarios:

ethan dijo...

Lo que consigue Weir con esta cinta es único: nos transporta al pasado y logra transmitir ese extraño desasosiego que debían sentir los personajes cuando sucedieron los hechos.
Me pareció una excelente película. Bravo por el post que nos la rescata!

dvd dijo...

Bien, sigue siendo de lo menos conocido del autor de MASTER AND COMMANDER o EL AÑO QUE VIVIMOS PELIGROSAMENTE, pero es de justicia dedicarle unas palabras a esos primerísimos trabajos que, quizá por la distancia en el tiempo, van quedando sin espacio por la fuerza de trabajos posteriores.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!