Una de las que se me quedó en el tintero de Sitges del año pasado fue THE RULE OF JENNY PENN, o cómo se puede armar un inquietante relato terrorífico en el marco único de una residencia de ancianos. Allí llega el veterano juez Stefan Mortensen, tras sufrir un ataque cerebral que lo deja parcialmente paralizado y con problemas de percepción. Con la esperanza de recuperarse y volver a su casa, su carácter huraño y altivo no termina de encajar con los residentes, hasta que hace aparición Crealy, que, armado del cuerpo de un muñeco sin ojos, ejerce una extraña influencia atemorizante. Como ya ocurría con su anterior trabajo, COMING HOME IN THE DARK, el neozelandés James Ashcroft monta un excepcional relato atmosférico, que sin embargo necesita de la colaboración del espectador, que debe lidiar con algunas incongruencias de guion, creo que por no saber cerrar adecuadamente un film al que le hubiese ido mucho mejor un aire más enigmático y perturbado, lo que siempre logran dos interpretaciones superlativas a cargo de Geoffrey Rush, pero sobre todo ese grandísimo actor que es John Lithgow, capaz de volver una escena del revés con un par de miradas. Tiene imágenes que se quedan en la retina y grandes dosis de mala baba; pedirle mucho más es una pérdida de tiempo.
Saludos.

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