viernes, 14 de noviembre de 2025

No hay fantasmas


 

Cuanto más vemos a Visconti, su cine, hoy día, más tenemos la certeza de que esta sociedad de hipócritas chabacanos no le tiene reservado ningún lugar de honor a quien tantó uso esa palabra para desnudarles a todos sin excepción. Con la libertad de quien lo ha comprendido todo de antemano, Luchino Visconti redobló la apuesta de su gran éxito internacional, escribiendo una oscurísima y desafiante historia, que plasmó con un presupuesto irrisorio en VAGHE STELLE DELL'ORSA, o como comúnmente se la conoce, SANDRA. Para ello, pulverizó la imagen de sex symbol de Claudia Cardinale como sólo un genio puede hacerlo: lanzándola a un pozo de patetismo tal, que ocasionalmente interpela a la moral del espectador, poniéndola a prueba. Sandra es una joven de una clase alta judía diezmada por el nazismo, cuyo padre sucumbió en Auschwitz, que viaja desde América junto a su marido, para honrar la memoria paterna. En un arranque antológico, Sandra le asegura a su marido que su decadente mansión no alberga fantasmas, para seguidamente dirigirse, en una noche azotada por el viento, hasta la estatua de su padre, significativamente cubierta con una sábana, pero la presencia que la asalta no es la que esperaba. Gianni, su hermano, díscolo, vividor, fantasmal sí, acciona un dispositivo íntimo, prohibido, capaz de hacer saltar todo por los aires. En esta falsa posmodernidad que nos han traído los artesanos a sueldo, no concibo una forma más elegante, y al mismo tiempo explícita, de "construir y destruir la narración", en este viscoso y magnético juego perverso, que preferirías observar desde una verja, o quizás escondido en un armario...
Probablemente necesiten una ducha después de verla.
Saludos.

No hay comentarios:

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!