sábado, 15 de noviembre de 2025

El inmortal recalcitrante


 

Cada vez tengo más clara la razón de por qué me gustaron tanto los cortos que Wes Anderson realizó basándose en otras tantas historias de Roald Dahl: duraban lo justo. Otra cosa, porque también me fascinan sus trabajos animados, debe ser porque sus actores "reales" parecen mucho menos humanos que todos esos emocionantes muñequitos. Así las cosas, THE PHOENICIAN SCHEME viene a abundar en otra dos cosas que daba por seguras: a Anderson no le interesa "la realidad", entendida como constructo inamovible de una psique social, y además se ha quedado sin finales adecuados para sus inacabables entramados, que ya desbordan a las propias muñecas rusas. No es que sea difícil de seguir, pero sí de camaradear amistosamente con una antipatía crónica y asumida, que vendría a ser un robot implorándonos afecto, del que te cansarías pasado un tiempo. Más allá de las exquisiteces en decorados y vestuario, estamos ante otra de las habituales "variaciones", eso sí, con el gran acierto de proponer a un maravilloso Benicio del Toro como el mejor y más elocuente protagonista andersoniano. Un encantador sátrapa millonario que se resiste a morir, quizá por no darle el gusto a sus competidores, que hace heredera única a su hija, que es monja, y que nos embarca en una aventura tan intrincada como absurda, en lo que parece no más que una estúpida búsqueda de avales morales, a falta de los crematísticos. Sin durar nada del otro mundo, yo la hubiera dejado a la mitad, pero todos tenemos claro que no son los artistas, ni siquiera Anderson, los que manejan los tiempos.
Es buena, sin más.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!