viernes, 21 de noviembre de 2025

Parásitos, sanguijuelas y otros conocidos


 

De nuevo nos hacemos trampas al solitario para evocar la figura de la gran Claudia Cardinale ¿pero saben qué? Para mí es un placer hablar brevemente de esta película, aunque la Cardinale apenas salga unos segundos, interpretando al amor imposible, perdido en el tiempo, que invoca la mente de un febril Burt Lancaster, realmente el gran protagonista de GRUPPO DI FAMIGLIA IN UN INTERNO, penúltima película dirigida por Luchino Visconti, que nos introduce en la vida de un viejo profesor americano, solitario y erudito, que ve su tranquilidad alterada por una impetuosa y soez marquesa (Silvana Mangano), que se las ingenia para "alquilarle" el desvencijado ático de su "palazzo", aunque su intención es dar cobijo a su joven amante (Helmut Berger), sin caer en la cuenta de que el pájaro se lleva allí nada menos que a la marquesita y su novio, al tiempo que turba las noches del profesor, que con la presencia del efebo exorciza a sus amores frustrados y fantasmas maternos, hasta que las verdades emergen tras una cena irrespetuosa y todo termina en una tragedia que se veía venir desde que esta marquesa, orgullosamente de derechas, pisa las colillas frente a obras de arte pacientemente restauradas. Y acabo aquí, dándome cuenta de lo extenso de la frase, finalmente corpus absoluto de esta entrada tan inesperada...
Saludos.

jueves, 20 de noviembre de 2025

¿Eastern?


 

Desconozo los motivos por los que el escocés John Maclean ha demorado nada menos que diez años en filmar su segundo largo, TORNADO, después de que la crítica le augurara un futuro resplandeciente tras su estimable debut, SLOW WEST, en el que recuerdo percibir algunos de los problemas que en ésta aún son más acuciantes. Por ejemplo, ya tienes que arrastrar la narración para que le cueste arrancar casi una hora a un film clavado en los noventa minutos. Después, contienes toda la historia en un espacio único (los alrededores de un lago), pero los personajes aparecen y desaparecen como entes caprichosos, como si diesen constantemente vueltas en círculo. Tornado es una joven a la que vemos huir de unos rufianes (estamos en 1790), que le reclaman un botín de oro; no sabemos nada más, ni de dónde salió el tesoro, ni este grupo de imbéciles liderados por Tim Roth (lo mejor de la película), ni de dónde ha salido ella, que actúa junto a su padre en un espectáculo de marionetas japonesas... porque son japoneses... aunque estemos en Escocia. Economía de medios lo llamarán algunos, pero me quedo con cierta pereza cinemática. Así las cosas, hartos de ver a esta caterva dar vueltas de aquí para allá, Maclean nos descubre que en realidad estábamos ante una peli de samuráis, pero en escocia, y que se parece mucho a un Spaghetti Western, pero es el siglo XVIII... Y eso que hay una fotografía muy chula, pero no basta para sacar de una mediocridad que la sepultará inmediatamente en el olvido a una película que mucha gente fue a ver a Sitges porque su realizador había tardado una puñetera década en hacerla. No lo entiendo, la verdad.
Saludos.

miércoles, 19 de noviembre de 2025

Aquellos chunguísimos años


 

Nótese la dificultad de encontrar una imagen medio decente para ilustrar estas letras acerca de THE GIRL WITH THE CRAZY BROTHER, que fue lo siguiente que figura como dirigido por Diane Keaton. Un pequeño telefilm de tres cuartos de hora, de corte marcadamente didáctico, que la CBS emitía a principios de los noventa (éste es de 1990), con el encabezado de Schoolbreak Special, que afrontaba los problemas habituales en el entorno juvenil. En este caso, la protagonista era una joven Patricia Arquette, que intentaba integrarse en su recién estrenado instituto tras mudarse de ciudad, aunque el mayor problema lo tiene con su hermano menor, diagnosticado de esquizofrenia. Poco, muy poco puedo decir de un trabajo rutinario y esquemático, en el que Keaton propone muy poco, apenas presentarnos a la protagonista con su propio look, con aquellos sombreros tan característicos, y donde nos queda clara esa máxima de que no precisamente cualquier tiempo pasado fue mejor. No hay más que ver la frivolidad con la que se pasa por un problema tremendamente grave, arrinconando dicho motivo y centrándose en avatares más o menos románticos, que lo dejan en una tontería sin el mayor interés y que pongo aquí básicamente como anécdota completista. 
Saludos.

martes, 18 de noviembre de 2025

Los inadaptados


 

Imprescindible señalar que Thomas Pynchon es un autor muy complicado de trasladar a la pantalla. Para mí, imposible, aunque me parece elogiable recoger muchas de sus ideas, servirse de ellas para enriquecer el lenguaje cinematográfico, tan falto hoy día de saltos al vacío y riesgos naturales. Es lo que creo que ha hecho Paul Thomas Anderson en ONE BATTLE AFTER ANOTHER, que se parece a "Vineland" tan sólo en lo que al director y guionista le sirve para poner en marcha esta estupenda película, que puede tener (y tiene) muchos errores, pero de nuevo vuelve a indicar con generosidad el camino que debería tomar el cine comercial con inquietudes semánticas. Anderson nos embauca en un delirante viaje por una especie de "distopía realista", en la que grupos revolucionarios atracan bancos y realizan acciones armadas, sin que sepamos nada más allá de su sentido de la aventura o el rechazo al ultracapitalismo. Un consejo: si quieren disfrutarla, dejen de lado cualquier tentación de solemnidad, lo que aquí funciona como un tiro es la vis cómica de todos los personajes, las persecuciones (primorosamente rodadas) y esa sensación de no saber qué nueva sorpresa nos esperará a cada escena. Los actores están estupendos, la música de Jonny Greenwood cumple su función deslocalizadora y sus casi tres horas nunca se hacen largas. Ahora bien, si quieren descubrir un zarpazo mortal a las entrañas del sistema, lean la novela, aunque ya les aviso que no es una lectura fácil.
No es el Thomas Anderson que más me gusta, pero tampoco el que menos. Meritoria, como poco.
Saludos.

lunes, 17 de noviembre de 2025

Febre tempus


 

No he podido resistirme a poner aquí THE CHASE, por mucho que el papel de Robert Redford, aunque sea el desencadenante y disparador de la trama, en realidad es una especie de excusa casi fuera de campo, la que desata todas las bajas pasiones de una población sureña, expuestas con precisión quirúrgica por el excepcional guion de Lillian Hellman, me atrevo a decir que incluso superior a la novela de Horton Foote. Un film tan bien escrito y dirigido que prácticamente oyes la respiración del relato hacerse grande, toser, renquear, en un malestar que puede casi tocarse, reflejado en un reparto soberbio, que junto a Redford tenía nada menos que a Marlon Brando, Robert Duvall, Jane Fonda, Angie Dickinson, James Fox o la mítica Miriam Hopkins. Todo parece girar en torno a Bubber Reeves, que, sin que se nos cuente casi nada, encarna al joven que, asfixiado por una sociedad hipócrita, castrante y cerrada, termina por cometer errores que lo llevan a la cárcel, de la que escapa para huir de todo, pero que en un irónico giro es prácticamente devuelto a su lugar de origen. Este pueblo, aparentemente acogedor, esconde una intrahistoria nauseabunda, desde el explotador magnate petrolífero, dueño de casi todo, pasando por todo un corolario de pusilánimes y bravucones, perfectos exponentes de una sociedad sustentada en las apariencias e intereses creados al amparo de una violencia latente pero evidente. Es magistral la agilidad con la que Arthur Penn (y el gran trabajo de montaje de Gene Milford) nos lleva sin esfuerzo por ambientes irreconciliables, personajes que se odian a muerte y apenas pueden soportarse bajo el alcohol, que aquí corre generosamente, y que es ese otro fantasma, presente en el antológico desenlace, uno de los más brutales y pavorosos, por cuanto retrata fidedignamente muchos de nuestros ámbitos cotidianos, de un cine norteamericano que empezaba a olvidarse de los héroes y enfrentar una autocrítica no tan habitusl como podríamos esperar. Y claro, también estaba John Barry...
Obra maestra.
Saludos.

domingo, 16 de noviembre de 2025

Rincón del freak #669: El espectro del teletrabajo


 

No es tarea sencilla adaptar a Guy de Maupassant, un autor cuyos herméticos y enigmáticos textos se aferraban a la palabra escrita con convicción, en una economía narrativa que escondía una complejidad intertextual que habría de hilarse muy fino en pantalla con tal de no caer en el exhibicionismo burdo. Es el caso de LE HORLA, probablemente mi cuento favorito del escritor galo, que presenta el terrible dilema de una presencia maligna e indescriptible, que atormenta a su protagonista, pero sólo a él, lo que nos deja a merced de "creer" a este hombre o pensar que sufre algún deterioro psíquico. Esta versión, hecha para televisión, apenas roza la profundidad emocional y el espanto que sufre el protagonista con cada uno de estos encuentros, cayendo en una narrativa facilona, convencional, no tanto por trasladarnos al presente, sino por lo incomprensible de algunos comportamientos. Hay quien afirma que los franceses son, por así decirlo, complicados de manejar. Lo que encontramos aquí es a un tipo que se muda a una torre en las afueras junto a su mujer y su hija, pero hay ruiditos que no le permiten concentrarse en su nueva faceta de teletrabajador, lo que su jefe identifica con una tocada de huevos en toda regla. Además, alguien se bebe su botellita de agua por las noches ¿? Y, claro, nadie le cree. Como decíamos antes, quizá lo normal sería echarle una mano a quien lo necesita, pero por lo que sea este señor se ve sistemáticamente repudiado por todo cristo. 
Un telefilm en toda regla, pero con muy poco novedoso que ofrecer. Lean el relato, que es cortísimo y una maravilla de extrañeza literaria.
Saludos.

sábado, 15 de noviembre de 2025

El inmortal recalcitrante


 

Cada vez tengo más clara la razón de por qué me gustaron tanto los cortos que Wes Anderson realizó basándose en otras tantas historias de Roald Dahl: duraban lo justo. Otra cosa, porque también me fascinan sus trabajos animados, debe ser porque sus actores "reales" parecen mucho menos humanos que todos esos emocionantes muñequitos. Así las cosas, THE PHOENICIAN SCHEME viene a abundar en otra dos cosas que daba por seguras: a Anderson no le interesa "la realidad", entendida como constructo inamovible de una psique social, y además se ha quedado sin finales adecuados para sus inacabables entramados, que ya desbordan a las propias muñecas rusas. No es que sea difícil de seguir, pero sí de camaradear amistosamente con una antipatía crónica y asumida, que vendría a ser un robot implorándonos afecto, del que te cansarías pasado un tiempo. Más allá de las exquisiteces en decorados y vestuario, estamos ante otra de las habituales "variaciones", eso sí, con el gran acierto de proponer a un maravilloso Benicio del Toro como el mejor y más elocuente protagonista andersoniano. Un encantador sátrapa millonario que se resiste a morir, quizá por no darle el gusto a sus competidores, que hace heredera única a su hija, que es monja, y que nos embarca en una aventura tan intrincada como absurda, en lo que parece no más que una estúpida búsqueda de avales morales, a falta de los crematísticos. Sin durar nada del otro mundo, yo la hubiera dejado a la mitad, pero todos tenemos claro que no son los artistas, ni siquiera Anderson, los que manejan los tiempos.
Es buena, sin más.
Saludos.

viernes, 14 de noviembre de 2025

No hay fantasmas


 

Cuanto más vemos a Visconti, su cine, hoy día, más tenemos la certeza de que esta sociedad de hipócritas chabacanos no le tiene reservado ningún lugar de honor a quien tantó uso esa palabra para desnudarles a todos sin excepción. Con la libertad de quien lo ha comprendido todo de antemano, Luchino Visconti redobló la apuesta de su gran éxito internacional, escribiendo una oscurísima y desafiante historia, que plasmó con un presupuesto irrisorio en VAGHE STELLE DELL'ORSA, o como comúnmente se la conoce, SANDRA. Para ello, pulverizó la imagen de sex symbol de Claudia Cardinale como sólo un genio puede hacerlo: lanzándola a un pozo de patetismo tal, que ocasionalmente interpela a la moral del espectador, poniéndola a prueba. Sandra es una joven de una clase alta judía diezmada por el nazismo, cuyo padre sucumbió en Auschwitz, que viaja desde América junto a su marido, para honrar la memoria paterna. En un arranque antológico, Sandra le asegura a su marido que su decadente mansión no alberga fantasmas, para seguidamente dirigirse, en una noche azotada por el viento, hasta la estatua de su padre, significativamente cubierta con una sábana, pero la presencia que la asalta no es la que esperaba. Gianni, su hermano, díscolo, vividor, fantasmal sí, acciona un dispositivo íntimo, prohibido, capaz de hacer saltar todo por los aires. En esta falsa posmodernidad que nos han traído los artesanos a sueldo, no concibo una forma más elegante, y al mismo tiempo explícita, de "construir y destruir la narración", en este viscoso y magnético juego perverso, que preferirías observar desde una verja, o quizás escondido en un armario...
Probablemente necesiten una ducha después de verla.
Saludos.

jueves, 13 de noviembre de 2025

Dejar pasar


 

Volviendo a Sitges, se ha valorado poco un film tan estimable como THE SURRENDER, la ópera prima de la directora Julia Max, que muestra una madurez insospechada al sortear con convicción y honestidad todas las zancadillas y lugares comunes, que son muchos, surgidos de un relato que no va de original, pero termina siéndolo. Por un lado, tenemos el motivo principal, la enfermedad que mantiene a un hombre totalmente dependiente de los cuidados de su devota esposa. Por otro lado, la hija de ambos llega ante la gravedad de su padre, topándose con el exceso de celo de su madre, que confía más en métodos "alternativos" que en la medicina, y cuya actitud hace que toda la realidad salte por los aires tras el fallecimiento de su marido, que simple y llanamente se niega a aceptar. Muchas cosas a valorar, sobre todo el magnífico trabajo de sus dos actrices principales, Colby Minifie y Kate Burton, que aguantan cada secuencia con una dirección admirable, muy alejada de los tópicos del cine de género reciente, que suele estar más atento a unos golpes de efecto también minimizados, resueltos en una parte final que me resisto a desvelar lo más mínimo, pero que pueden intuir por el fotograma de arriba. E insisto, una de esas sorpresas insospechadas que Sitges no pondera en su justa medida, pero que debería adoptar como emblema de ese cine valiente, capaz de reunir las virtudes de épocas que nos hacen ver como irreconciliables.
Atentos a sus últimos quince minutos, oro puro.
Saludos.

miércoles, 12 de noviembre de 2025

En el cielo todo está bien


 

Es, como poco, paradójico que Diane Keaton se estrenara en la dirección con un desenfadado documental, en el que un montón de gente daba su versión sobre qué es el cielo (el que no se ve), si creen en su existencia, si aún tardarían en ir hacia ese lugar idílico, que ha dado pie a tanta fabulación, y por su puesto en el cine. HEAVEN estaba formado por un ingenioso pero esquemático encadenado de películas antiguas y las opiniones de cineastas, escritores, famosos en general y anónimos en particular, creando un mosaico más entusiasta que pesimista, que no busca la polémica, sino una forma de que el cielo, el paraíso supongo, quede reflejado en esa amalgama de fotogramas, como identificando ese cine clásico como un parnaso en el que Fred Astaire, Spencer Tracy o Marlene Dietrich nos saludaran, dándonos una bienvenida que no sé si a alguno le apetece que sea próxima. Como curiosidad (el film, pequeñito, no da para mayores reflexiones), aparte de una "sintetizada" banda sonora a cargo de un por entonces (corría 1987) desconocido Howard Shore, cabe destacar la fotografía del gran Fred Elmes, habitual de Lynch, porque no está de más el capítulo de Twin Peaks dirigido un poco más tarde por Keaton. Como decía la canción en ERASERHEAD, si existe un cielo seguro que ella ya nos ve desde allí...
Saludos.

martes, 11 de noviembre de 2025

El hijo del fantasma


 

Mi definición acerca de PIGEN MED NALEN (LA CHICA DE LA AGUJA) proviene de cierto estímulo pictórico, muy acorde con su propuesta formal, sucia, opresiva, casi desesperanzadora, pero entre cuya maraña de horrores, y sobre todo iniquidades, siempre parece destacar un débil rayo de luz, una esperanza que se abre paso, como su protagonista (inmensa Victoria Carmen Sonne), a dentelladas, aferrándose a cada pequeño resquicio en una historia que, quedan avisados, no hace prisioneros. Con un estilo de un naturalismo que a mí me recordó una barbaridad a Zola o Galdós, el cineasta sueco Magnus von Horn, de quien sólo había visto un olvidable melodrama, pone todas las cartas en su protagonista, una joven en mitad de una WWI fuera de campo, que subsiste en una fábrica textil, habiendo perdido la esperanza de volver a ver a su marido, al que da por muerto, e iniciando una idílica relación con el hijo de la dueña, que oficia de gerente, y que resulta en un embarazo con el que ambos se ilusionan hasta el punto de pensar en el matrimonio, aunque la matriarca tiene otros planes para ambos. Y prefiero desvelar apenas este comienzo, guardándome la progresiva oscuridad a la que queda sometida esta película más doliente que extrema, y que sin embargo logra la paradoja de que nos sobrecoja el interior de unos personajes y una sociedad de fealdad insoportable, y no precisamente por lo que vemos, sino por esa soledad a la que quedan expuestos desde el primero hasta el último de sus personajes, casi apéndices desbaratados y prescindibles de, exactamente, lo que nunca vemos, que es normalidad.
Su segunda mitad es tan abrumadoramente descorazonadora que me reservo comentarla, a excepción del esclarecedor monólogo final de la también espectacular Trine Dyrholm, sin defensa posible, pero que expone de golpe todas las miserias de una sociedad de la que abominarían hasta las ratas.
Terrible, y aun así extrañamente hermosa.
Saludos.

lunes, 10 de noviembre de 2025

Fliparse


 

Me da un poco de penilla que la última película dirigida por Robert Redford sea una cosa tan indefendible como THE COMPANY YOU KEEP, aunque subsanaremos la afrenta con otro repaso, el de su filmografía como actor, bastante más coherente con la altura de su figura. Estamos ante un telefilm de los cutres, pero repleto de grandes actores y actrices, la mayoría sin saber qué hacer con sus personajes, de tan estereotipados y planos. La trama, estirada hasta lo insoportable, pretende hacernos creer varias cosas que sólo imagino en cuarto milenio. Esto es: Robert Redford es un activista (como debe ser) que tuvo un pasado turbio, pero se ha reciclado en un señor de 76 años que cuida de su hija de 11 ¿? De repente, el FBI le busca, porque han deenido a Susan Sarandon por ¿un asesinato?, y un joven e inexperto periodista de un periódico local (Shia LaBeouf) concluye que ahí hay misterio y conexión, así que Redford se convierte en "el fugitivo". Por el camino, entre sus aventuras, por allí pasan Chris Cooper, Richard Jenkins, Nick Nolte, Brendan Gleeson, Sam Elliott, Anna Kendrick, Stanley Tucci y hasta una pobre Julie Christie más perdida que Spiderman en un descampado. Ninguno de ellos (y es difícil) logra superar el "cameo involuntario", como si le hicieran un favor al productor. Ignoro si la novela es un poco más coherente, pero aquí todo va atropellado, cansado, como si lo dirigiese alguien con 76 años... Y no la hundo porque me da pena constatar que la decadencia no es algo detectable por uno mismo, que ya es el colmo de la tristeza. Además, podría ser carnaza para ultraliberales, que se deleitarían despotricando sobre activistas antisistema con yates y mansiones rurales. Si esa gente viese cine, claro...
No merece la pena, y lo que viene es mucho mejor.
Saludos.

domingo, 9 de noviembre de 2025

Rincón del freak #668: Pepito el Caja quería ser guitarrista


 

Imperdonable no haber abordado hasta hoy la figura de José Mojica Marins, uno de esos casos extraordinarios en los que el amor al cine lleva a alguien, sin conocimientos ni recursos, a levantar una obra contra todo pronóstico. Marins, hijo de emigrantes españoles, es, a menos que alguien lo desmienta, el primer cineasta en hacer terror en Brasil. A lomos de un personaje tan estrambótico como deudor de los primeros clásicos, Zé do Caixâo, un enterrador nihilista, logró filmar al menos seis largos desde los años sesenta, aunque se calcula que dejó inéditas una veintena de proyectos. En este sentido, INFERNO CARNAL, de 1977, supuso un aparte, puesto que Marins interpretaba al Doctor Medeiros, un obsesivo científico, que es traicionado por su esposa, desfigurado con ácido y quemado en el incendio provocado por el amante de ella, presentado como supuesto amigo, y que luego se pega la gran vida con el patrimonio de Medeiros, que urde un diabólico plan para vengarse. Con unas características uñas larguísimas, que se dejó crecer durante varias décadas, Marins introdujo un cine trash casi de guerrilla, con costes ínfimos, que a mí me parece una adorable mezcla del giallo italiano y los clásicos de la Universal, con un trasfondo moralista de telepredicador y un diseño de producción de teletienda. Vaya, una gozada para quien nade habitualmente en las periferias del género más marginal.
Saludos.

sábado, 8 de noviembre de 2025

Los endogámicos del swing


 

Hay que ser indulgentes con films como THE SEVERED SUN, enésimo subproducto de baja intensidad, auspiciado por la fiebre esa del folkhorror, que ya empieza a oler pelín a ranciete. Compendio de historias sobre sectas perdidas en algún lugar del campo, donde las niñas temen la visita paterna de cada noche y el desayuno es una patata cocida con acelgas, se queda a mitad de camino de todo lo que propone, tanto de los abusos por parte de un líder/gobernador/pastor, que fomenta el uso indebido de los roles familiares, como de la aparición súbita de una especie de demonio monstruoso, que bien podría venir a simbolizar la venganza de las oprimidas, que encabeza la rebelde hija del gran opresor. Con una fotografía aceptable pero que parece provenir de varios films distintos, igualmente descompensadas las interpretaciones, o un guion que no sortea la previsibilidad por muchos bandazos que dé. Bien como primer trabajo de enjundia de su realizador, pero insuficiente para sacar la cabeza en un mercado sobresaturado de productos similares.
Saludos.

viernes, 7 de noviembre de 2025

La espuma en las olas


 

A ella le gustaba cuando el vestido fijaba su figura delante del sol, y su pelo sonaba como la música.
Él era un pequeño osito perfumado, que nunca había tocado telas tan delicadas desde la cuna.
Ella caminó hasta que notó los talones algo dañados y con tierra que se deslizaba entre los dedos.
Él comía un huevo duro con el mismo afán que escuchaba a un cura hablar de coronas.
Ella buscaba a alguien, pero no era a él.
Él la encontró a ella, para siempre.
Y hay algo en las miradas que se dedican Claudia Cardinale y Jacques Perrin en LA RAGAZZA CON LA VALIGIA que va más allá de lo romántico, lo naif, que sería lo lógico en un flechazo de un solo recorrido, que de repente se topa con un corazón que quiere encontrar un lugar, el que sea, donde descansar un poco. Él tiene 16 años y ella alguno más, y el hermano de él estaba loco por tirarle la maleta en cualquier lado, porque ya la había usado demasiado. A ella, no a la maleta. Aunque, bien mirado ¿no es maravillosa esa metáfora imposible, en la que quizá sea la maleta la que la lleva a ella y no al revés? Hay algo en esas miradas que filma Zurlini, ese gran olvidado, que diseñan el pequeño milagro de que nos desprendamos de la imagen fílmica. Sobre todo cuando Aida baja las escaleras con la toalla de baño a modo de tocado exótico, mientras Lorenzo transmite el éxtasis, el arrebato, el amor en primer plano. Suena Verdi en el tocadiscos.
Preciosa como un trago de brandy con el estómago vacío.
Saludos.

jueves, 6 de noviembre de 2025

Como un niño con zapatos nuevos


 

Aquí lo hemos dicho muchas veces. La intención, casi siempre, es lo que cuenta. Como lo prometido es deuda, nuestra intención era traer esta DEATHSTALKER directamente desde Sitges, aunque la mejor intención ha sido la del director canadiense Steven Kostanski, dignificando al fin una saga presa de sus propias limitaciones, dejándola en productos de explotación con más o menos gracia. El potencial estaba ahí, sólo había que confiar en que un fan con talento e imaginación se pusiera manos a la obra. Y vaya si lo ha hecho. Como si nos trasladaran por un túnel del tiempo con olor a algodón de azúcar, DEATHSTALKER'25 apela a esa glándula oculta del disfrute por el disfrute. Aquí hay monstruos cutres, sí, pero deliciosamente artesanales, nada de CGI ni añadidos; un héroe con carisma, Daniel Bernhardt, que es el mejor Deathstalker posible, igual de canalla que los anteriores pero sin que le pillemos con la mirada perdida. Y hay una aventura plausible, mil veces vista, pero que funciona por lo picadita que va, sin memeces innecesarias. Y épica ¿o no se ponen las orejas tiesas (y otras cositas) al escuchar la banda sonora original? Un sentido del humor elaborado, incluso mirando de frente al espectador a ver si pilla las referencias. Pero sobre todo hay amor al cine como artefacto mágico, como entretenimiento definitivo, capaz de saltar barreras temporales y encasquetarnos el goce por lo orgánico, lo artesanal (y no usaré el término peyorativamente). Aquí está Conan y He-Man y El señor de las bestias y Dragones y Mazmorras. Y por si fuera poco, hasta un hermoso homenaje a Ray Harryhausen...
Yo me lo he pasado como hacía tiempo que no lo hacía. Gloriosa.
Saludos.

miércoles, 5 de noviembre de 2025

Síganme los buenos


 

Bueno, y aparcamos a Howard Hawks por un tiempo, después de este megarrepaso por la obra de uno de los grandes de verdad; la próxima vez que lo retomemos prometo que será para completar su gigantesca filmografía. Y me resulta sintomático hacerlo con EL DORADO, un western, el penúltimo que rodó Hawks, que siempre me ha parecido emblema de eso del "crepuscular", porque lo es, aunque muy raro. Un western que termina con un grupo formado por un tipo con una bala alojada junto a la columna, que de tanto en tanto le paraliza la mano con la que dispara; un sheriff alcoholizado y dependiente de una muleta; un lanzador de cuchillos que no sabe disparar y un señor mayor que toca la corneta para avisar que ha llegado. Es así, y la escena final es insólita, con John Wayne y Robert Mitchum paseando en muletas tras deshacerse de los malos usando toda clase de artimañas. Porque esta es una película que no trata bien a los héroes, y tan poco lo hace que no es descabellado pensar que pueda ser una versión alternativa de RIO BRAVO: cambiamos a Dean Martin por Mitchum, Ricky Nelson por James Caan y a Walter Brennan por Arthur Hunnicutt, y lo que obtenemos es otro tratado de camaradería masculina, mucho más importante que una trama guadianesca, que en su momento culminante parece un cómic de Hanna-Barbera, con los protagonistas deambulando frente a escaparates reiterados (los famosos Dry Goods), sin que se explicite qué diablos buscan, mientras en el Saloon siempre hay música y jolgorio, porque los malos, en lugar de atacarles, se esparcen entre copichuelas y pianolas desafinadas. Es una película a la que le coges cariño, como esos bares cutres a los que no puedes dejar de ir, como esas variaciones de Hong Sang-soo, cambiando un jarrón de sitio para implicar tristeza en personajes y situaciones clónicos. Aquí hay hasta una muleta cambiada de pierna, pero no voy a ser yo quien critique un "capricho" de un viejo maestro, al que le quedaba nada para despedirse con la misma discreción que ostentaban sus héroes...
Volveremos.
Saludos.

martes, 4 de noviembre de 2025

Terror en el geriátrico


 

Una de las que se me quedó en el tintero de Sitges del año pasado fue THE RULE OF JENNY PENN, o cómo se puede armar un inquietante relato terrorífico en el marco único de una residencia de ancianos. Allí llega el veterano juez Stefan Mortensen, tras sufrir un ataque cerebral que lo deja parcialmente paralizado y con problemas de percepción. Con la esperanza de recuperarse y volver a su casa, su carácter huraño y altivo no termina de encajar con los residentes, hasta que hace aparición Crealy, que, armado del cuerpo de un muñeco sin ojos, ejerce una extraña influencia atemorizante. Como ya ocurría con su anterior trabajo, COMING HOME IN THE DARK, el neozelandés James Ashcroft monta un excepcional relato atmosférico, que sin embargo necesita de la colaboración del espectador, que debe lidiar con algunas incongruencias de guion, creo que por no saber cerrar adecuadamente un film al que le hubiese ido mucho mejor un aire más enigmático y perturbado, lo que siempre logran dos interpretaciones superlativas a cargo de Geoffrey Rush, pero sobre todo ese grandísimo actor que es John Lithgow, capaz de volver una escena del revés con un par de miradas. Tiene imágenes que se quedan en la retina y grandes dosis de mala baba; pedirle mucho más es una pérdida de tiempo.
Saludos.

lunes, 3 de noviembre de 2025

En la tierra de los valientes


 

THE CONSPIRATOR pasaba por ser el proyecto más personal y ambicioso de Robert Redford, que perseguía esa "historia americana definitiva" en las páginas menos amables de su propio país. Aquí se parte de un hecho real, el juicio a Mary Surratt tras el asesinato de Abraham Lincoln. Surratt, una mujer humilde, que se ganaba la vida regentando una pensión tras enviudar, fue acusada de encubrir a Wilkes Booth y su grupo de conspiradores, al hospedarse allí en los meses previos al magnicidio. A causa de la ley imperante entonces, no tuvo derecho a un juicio popular, lo que quedaba descartado en tiempos de guerra. El joven y primerizo abogado Fred Aiken, anteriormente un héroe del bando del Norte, es designado como su defensor; pese a sus reticencias iniciales, Aitken conocerá de primera mano los abusos e irregularidades del sistema judicial, más pendiente de ofrecer al pueblo una venganza que de hacer justicia. Y bueno, la película patina estrepitosamente, aun con la sobriedad que Redford impone en su mirada, mostrándose incapaz de levantar una puesta en escena acartonada, incluso errática, con una miríada de personajes sin peso real, rozando en sus peores momentos el docudrama de televisión por cable. Y todo ello con un espectacular reparto, que incluía a James McAvoy, Robin Wright, Evan Rachel Wood, Kevin Kline  o Tom Wilkinson; todos mal dirigidos, sin sentido del ritmo o del espacio, para terminar conformando un fracaso justamente olvidable, apenas recomendable para los incondicionales del "trial-film" canónico. En mi opinión, ni eso funciona, y me permito reivindicar por tanto la más que digna JUROR #2, de tito Clint, que al menos insuflaba algo de sorna irónica a un subgénero creo que sobrevalorado.
Saludos.

domingo, 2 de noviembre de 2025

Rincón del freak #667: Gitanos del Black Metal


 

El agua y el aceite. La pizza y la piña. El Planeta y la literatura. Cosas que no casan, que no pegan ni con cola, que hacen sangrar los ojos y hacen morir gatitos entre horribles estertores. A lo mejor Jesús Franco pensó que no era tan difícil mejorar a Deodato, que tirar con los dientes de carne de pavo estaba chupado y que filmar a una chavala de 17 años completamente desnuda era lo propio para 1980. Y luego está lo de los títulos simbiontes, que podríamos barajar entre WHITE CANNIBAL QUEEN, MONDO CANNIBALE, THE CANNIBAL o simplemente CANNIBALS, que no sé para qué tanto cambio si son todos similares. El tío Jess le dio unas vacaciones gratis a Lina Romay, después de tanto porno europeo, y se fue a Sintra, en Portugal, para hacerlo pasar por... es que parece que querían decir África, pero esa gente con ponchos me despista, además da igual, porque hay una escena con una cascabel, que son más americanas que el tupé de Trump. Para colmo, todo comienza en un barco, donde al abrir un poco el plano vemos al fondo un chalé con tejas y ventanales ¿? Aunque lo mollar está en esa improbable tribu de antropófagos, posiblemente lugareños que desayunaban gratis, veían a Sabrina Siani en pelote vivo sin saber que iba al instituto y se reían al hacer las danzas tribales, ridículas por otra parte. Maldita sea, que no pasan el corte de caníbal, que tienen barriga cervecera, bigotito recortado, patillas, por no hablar de que llevan la cara pintada como un jardín de infancia regentado por el cantante de Dimmu Borgir. 
La frase: "Muerte al hombre blanco"... Sí, ellos mismos son blancos. Eso sí, el tío Jess se reservó una escena antológica como un guía que reconoce no tener ni puta idea de aquella zona "afroamericana", y en vez de coger el dinero le dice a sus contratantes que le dejen comer en paz. Ah, y epatante el plano secuencia en el que a un tipo le cortan el brazo para devorarlo y aun así logra escapar sin hacer ruido.
Yo la vería acompañado para ir anotando cosas...
Saludos.

sábado, 1 de noviembre de 2025

Vacaciones infernales


 

Si ya me dejó bastante frío aquella película en la que Bob Odenkirk se daba de hostias con tipos que le doblaban la talla, imaginen mi entusiasmo al enterarme de esta NOBODY 2, en la que este extraño ¿agente secreto? se va con toda la familia a unas merecidas vacaciones a un cutrísimo parque de atracciones/resort pueblerino, topándose allí, cómo no, con una tapadera de ¿drogas? ¿armas? No, en serio, se podían tomar la molestia de dar una mínima explicación, aunque sus 85 minutos ciertamente dan para pocas florituras argumentales. Dirige el indonesio Timo Tjahjanto, del que no recuerdo haber visto nada, y por destacar algo diría la alegría por ver a Sharon Stone de nuevo, aunque su papel parezca, como todo el film, una parodia involuntaria. Esto sería una especie de John Wick con salpicones de comedia, pero no le veo la gracia por ninguna parte y las escenas de acción, por mucho miembro amputado que pongan, no son más que coreografías digitales obstinadamente repetitivas.
Ya lo dijo el Aviador y sus secuaces: la televisión (ahora audiovisual) es nutritiva...
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!