Hace ya un puñado de años, el cineasta taiwanés Edward Yang se encargaba de dinamitar cierta tendencia ombliguista del cine noventero con YI YI, un retrarto coral, inmenso, inabarcable, que sin embargo se entendía maravillosamente bien, porque Yang "quería hacerse entender". Me da que demasiado a menudo se nos hace pasar por cine de autor películas que no hacen más que aumentar una cuota de estrenos que personalmente encuentro abrumadora, y que proponen en lo visual lo que no tienen en su discurso. Ya en su anterior film, la directora Jane Schoenbrun proponía unatractivo juego en el que el terror provenía de la utilización de un espacio único, la habitación de una joven que era advertida por un extraño que se comunica con ella mediante la pantalla, dejándonos la incertidumbre de si es o no la verdadera amenaza. Ahora entrega I SAW THE TV GLOW, donde da un triple salto mortal al metatextualizar lo que vemos, la extraña amistad entre dos adolescentes unidos por un aún más extraño programa de televisión. Me da que vemos apenas el estado mental del protagonista, donde no es capaz de separar lo que vive de lo que imagina, lo que tampoco deriva en un intrincado juego narrativo, lo que unido a un exasperante ritmo la deja como una curiosidad que falla en su intento por "normalizar lo excéntrico". Apenas dos personajes que parecen hablar deliberadamente un lenguaje ininteligible; Yang era capaz de poner en pie un guion con decenas de protagonistas, y que todos aterricen en nuestro imaginario como si los conociésemos de toda la vida.
No es tan difícil de entender.
Saludos.
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