martes, 26 de noviembre de 2024

Un lore pasado de vueltas


 

A colación de lo expuesto ayer, y teniendo en cuenta (no por novedoso) que dicha exposición apenas me dejó espacio para ir al film en sí, me parecía oportuno traer su reverso tenebroso, o cómo el lore es capaz de sustituir no ya el argumento de una película, sino directamente cualquier asidero con nuestras incidencias, humanidades y cotidianidades. Me pasa con esta saga que no soy capaz de separar unas de otras, y aunque el mejunje es arduo de tragar, uno siempre termina con cierta sensación de tonta felicidad, de comida rápida de esa que se lleva ahora porque la firma un tipo que cocina de aquella manera. Me faltaba JOHN WICK 4 para darme cuenta de que no había atendido lo suficiente a lo tontísimo que es lo que plantea, y cómo se complica la vida hasta el éxtasis mesiánico, de manera que sus casi tres horas transcurren de la siguiente manera: todo el mundo quiere matarse entre sí; hay un gusto por el lujo cursi, o el que atrae a un yanqui al pisar Europa; hay miles de asesinos desperdigados, y todos están ociosos hasta que les suena el busca, y todos llevan gorra... ¿?...; los rusos y los japoneses hablan inglés entre ellos; en Francia, la gente sigue comiendo como si nada aunque haya una matanza, coches estrellándose y esas cosas; puedes caerte desde un décimo piso y seguir como si nada; puedes alquilar (literalmente) la tore Eiffel para que no haya ni un alma y tú puedas organizar cosas de organización criminal. El asunto es ése, y lo es porque el producto reclamado masivamente por la taquilla no quiere saber nada de coherencias ni giros de guion, y sólo reclama que la coreografía sea interminable y se extienda por todo el metraje. Es igual de estilizada una pelea, una reunión o hasta un tipo poniéndose un lingotazo. El lore todo lo abarca y todo lo cubre con su manto de indulgencia autosatisfecha, lo que viene a indicarnos lo cerca que tenemos ya a los directores abandonados a las estulticias de la IA, porque alguien dijo que el movimiento no favorece la reflexión... ¿o era la crítica?
Ni siquiera estoy seguro de que esto sea cine, y para reforzarlo tengo un dato irónico: aquí, los ciegos ven perfectamente...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!