Uno de esos palabros anglicistas, tan caros a generaciones que determinan su libertad de expresión a cuantos órdagos sean capaces de exhortar a eso que llaman "lo viejo", tiene la desfachatez de venir a sustituir nada menos que lo antes conocido como "universo". Dicho invento sirve para ahorrar en recursos, tanto como para autoconvencerse de que embarrar equivaldría a poseer una mirada compleja y sofisticada. Así, son ya demasiados los productos que, en vez de un guion, nos despliegan un mapamundi de física tachonada, pero con la cualidad de desviar nuestra atención durante el tiempo que ello nos hace creernos inteligentes asimismo. En Sitges concurría AZRAEL, película prácticamente sin un solo diálogo (detalle que creo irrelevante), que se mete en un fregao innecesario, el de ensayar una postura narrativa de gran hondura filosófica en un marco de patadas, puñetazos y gore del basicote. Y todo por el dichoso lore, por la manía de sustituir una historia inteligible por un mundo que somos incapaces de reconocer, y que deviene en campo de pruebas sin ataduras, pero que sin un gran guionista no es más que una chorrada más o menos correcta. De AZRAEL sólo diré que tiene una idea de fondo buenísima, pero sólo a base de interpretaciones subjetivas. O dicho de otro modo: el lore es original, pero el camino transitado es el mismo mil veces repetido en estas producciones, bien facturadas pero con todas sus ambiciones ahogadas, no vayamos a salirnos del mapa...
Saludos.
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