De haber una película que resumiese la idiosincrasia de Los Planetas (el grupo), sería BEYOND THE TIME BARRIER, o "esa película hecha con cuatro duros y planos sobrantes, con la que todos íbamos a ser mejores". Porque el viaje en el tiempo es sólo cosa de poner un avión un poco picúo, darle al acelerador y aterrizar en el Vacie. Lo bueno es que Edgar G. Ulmer (al que siempre le tendremos cariño por hacer diabluras con aquellos presupuestos) se adelantaba a lo de los simios, sin simios, pero con el mismo peritaje argumental, incluso en la foniatría, porque el respingón piloto que aparece en el futuro se encuentra una sociedad de sordomudos (ni idea de por qué), que además son estériles por culpa de una guerra química. Aunque lo más bizarro es que mantienen cautivos a sus enemigos, los "mutantes", cuya mutación consiste en llevar un gorrito de natación... (lo juro). El momento cumbre es, empero, la típica jugarreta en la que el descreído protagonista, proveniente de aquel 1960 cepillero y monócromo, es informado de que (atención)... ¡Se encuentra en 2024!... Con dos cojones, sí señor. Ahí es donde abres los ojos y sonríes, mientras el tocadiscos la emprende con unos sonidos que te recuerdan que irse "de viaje" puede acabar en un "encuentro con entidades"...
Saludos.
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