Independientemente de si conocen o no el texto de Herman Melville, no cabe duda de que acercarse en algún momento a BARTLEBY es entrar en un estadio superior de creación literaria. Este breve cuento es, aparentemente, una invitación hacia una especie de absurdo metafísico, encarnado en la figura del enigmático Bartleby, que es contratado en una oficina, y que un día decide "no hacer" ninguna tarea, no como protesta, sino como actitud vital, lo que queda de manifiesto con el transcurrir de los días, en los que literalmente se queda a vivir en dicha oficina, absorto en una existencia rayana en lo vegetal. Esta versión de 1970 es la primera de la que tengo constancia en el cine, y contiene una historia personal casi paralela, puesto que poco o nada más se supo de su director, Anthony Friedman, que obtuvo una mención especial en San Sebastián en 1971, y luego apenas llegó a dirigir algún capítulo de alguna serie. Altamente recomendable, el insólito duelo interpretativo entre el gran Paul Scofield y un John McEnery, que parece nacido para este personaje, es el gran sostén de una historia que nos coloca directamente frente a nuestra propia y aceptada circunstancia vital. Sin aspavientos, sin violencia, el hombre que ya no es un ser social no tiene cabida en esa sociedad aparentemente ordenada, pero donde siempre aguarda una esquina de fauces abiertas.
Mi recomendación es que lean el relato y luego intenten encontrar alguna motivación para ponerse con las películas...
Saludos.
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