domingo, 12 de septiembre de 2010

Hambre atrasada #2



Enorme revuelo y expectación causó en el momento de su estreno la continuación de las exquisitas fechorías de nuestro caníbal favorito; porque la versión de Ridley Scott prometía aún más emociones fuertes que su predecesora, con una vuelta de tuerca a su sádico refinamiento y la habitual universalización del cine del director británico, lo que habría de hacer del doctor Lecter una especie de mausoleo viviente; un solemne e intocable villano para la historia del cine.
Una lástima, porque esta basura se la resumo yo a cualquiera en un par de líneas. No sólo Scott nos vuelve a tomar el pelo con una trillada historia (y, ojo, que los guionistas eran nada menos que Steven Zaillian y David Mamet) en plan "vamos a poner muchas cosas, que salga mucha gente, nos vamos a Italia, rodemos en un teatro grande y lo liamos todo, que no se enteren de nada". Porque yo no me enteré de nada; sí, que sale otra vez Clarice (correcta Julianne Moore) y caritas de palo por doquier, y que Lecter es mu malo y mata a la gente y se las come... Pero pasa una hora de esta larguiiiiiiísima película y te sigues preguntando si era necesario tanto despliegue técnico y eso. Sin embargo, Scott será lo que ustedes quieran, pero el tío no deja ni un cabo suelto, así que nos guía paternalmente por su estrecho agujero de gusano (estrecho por corto de miras) hasta una de las secuencias más gilipollas (y ésta es la palabra de hoy) que he visto en mucho tiempo. Supongo que recordarán esa mesa con la cena puesta, y Lecter dando vueltas y perorando acerca de que el mal es relativo y blabla... Nada, mera superchería para lo que realmente deseaba mostrarnos Scott: ¡Ray Liotta con el cerebro fuera!... Porque para eso están los amigos, para demostrar que no eres gilipollas; y si hace falta irse a la tremenda y enseñar tu cerebro para que lo vean todos, pues se hace.
Saludos poco hechos.

3 comentarios:

miquel zueras dijo...

"El silencio de los corderos" me mantuvo clavado en la butaca pero no esperaba que me aburriera con esta secuela que tiene una caída de ritmo impresionante. Buena, eso sí, la escena inicial del tiroteo en el mercado de drogas. Cuando la escena del cerebro de Liotta oí a un espectador que decía: "¿Esto va de cachondeo o qué?" Pues no sabría que decirle. Borgo.

Crowley dijo...

Jejejeje, me ha encantado esa palabra del día con la que defines la esencia de este film.
Ridley Scott no es un gran director, creo que lo bueno que tiene no es por mérito suyo, pero con un hermano como el que tiene, parece un maestro absoluto, jejeje.
Y esa escena es ridícula a más no poder. Todo lo que la primera entrega tenía de malsano e inquietante lo tiene esta de snob y pedante.
Un saludo

Cinemagnific dijo...

Chunga secuela, sí. Scott... La irregularidad cinematográfica personificada.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!