lunes, 27 de septiembre de 2010

Corazón de chatarra #2



Como no podía ser de otra forma, el hombre de hierro se perpetuó en su sonoro taquillazo con un par de tracas de infarto... o eso decían, claro. La primera fue introducir a Mickey Rourke como villano, un improbable científico ruso con mechas, botox y haces lumínicos a modo de látigos como truenos. La Paltrow seguía por ahí, pero el picante viene por la introducción de Scarlett Johansson como una secretaria que no es lo que parece. Otro malo, aunque en las antípodas del anterior, es el ascendente Sam Rockwell, decidido a quedarse con la porción hollywoodense que ya hace tiempo que dejó desierta un tal Gary Oldman. Y, bueno, tenemos el cachondeo de ver a Samuel L. Jackson haciendo de Nick Fury (con lo bien que le habría ido ese papelito a Clooney) y un montón de pirotecnia y efectos visuales de nuevo cuño, con una espectacular escena en una pista de carreras y un enfrentamiento final entre Iron Man y un montón de réplicas.
Hasta ahí, lo normal, lo lógico para este tipo de productos, porque si ya viste la primera ¿qué esperabas en una segunda parte? IRON MAN 2 es estrujar algo que ha funcionado bien, exprimir la catarsis de un público entregado y una crítica no demasiado malévola con esta nueva franquicia... Pero vamos a ver... ¡La cosa cansa ya un huevo! ¿Qué diferencia hay entre una peli de superhéroes y otra, exceptuando el buen o mal hacer de sus respectivos intérpretes? La respuesta la tienen, cómo no, los lectores de siempre de este tipo de comics; y es que hay un abismo conceptual entre la belleza de la liturgia del coleccionista/cazador del número tal, edición cuál, que llega a su casa con el tomo plastificado y, como buen fetichista, lo acaricia, lo huele, lo saborea, lo amasa entre sus pacientes y delicados dedos... Comparen eso con una sala llena de canis tirándose palomitas y haciendo ruidos simiescos, mientras tus tímpanos retumban por culpa del THX de los huevos (señor Lucas, sonar bien no es sinónimo de sonar fuerte) y desearías no estar ahí, sobre todo cuando enciendan las luces... Ahí, creo yo, radica la prostitución de un género al que Hollywood le está exigiendo demasiadas alegrías sin ni siquiera preguntarse qué clase de misterio mágico llevó a Stan Lee a sublimar el mito nietzscheano con dibujos a todo color que hoy son reverenciados como lo que son: arte. Puede que un día veamos una película de superhéroes a la que identifiquemos sin problemas como arte... Sigamos esperando.
Saludos del magnate.

3 comentarios:

Pierrot dijo...

Pues no puedo estar más de acuerdo. Brillante papel de Robert, primeros veinte minutos interesantes, y a rellenar minutos hasta llegar a dos películas. Lo bueno de las pelis de duperhéroes es poder verlos volar y echar rayos que parecen de verdad, lo malo es que están monopolizadas por las grandes compañías. Creo que le corresponde un lugar algo más marginal.

dvd dijo...

Y ya que WATCHMEN no ha logrado rellenar ese espacio vacío, seguimos esperando...

Pierrot dijo...

A mí Watchmen me gustó, pero es que no conocía el cómic. Es diferente a las otras pelis de superhéroes, pero todos dicen que el cómic es mejor.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!