viernes, 17 de septiembre de 2010

El espíritu del vino



La capacidad evocadora de una película reside, en gran parte, en la demostración de una superación, la superación (o sublimación) de su propia circunstancia, ese halo invisible que no la deja encasillarse en un apartado fácil de asimilar por el espectador medio, que a menudo se ve maravillosamente descolocado por lo que no puede ver y ni siquiera sentir, pero sí intuir. Un título perfecto para explicar esto es SIDEWAYS, una película pequeña, modesta, de aspiraciones meramente terrenales pero que se sobrevuela a sí misma con una agilidad asombrosa. Y es que el mérito de Alexander Payne, que aquí se revela como un gran director de actores, es pulsar delicadamente los muchos estados de ánimo de una historia que a veces es simpática, a veces patética, otras rozando lo horrísono y lo sórdido, para zambullirse inesperadamente en los desconcertantes planos que nos muestran lo poco que le hace falta a cualquiera para ser feliz y lo mucho que nos complicamos la vida en el camino hacia ello.
SIDEWAYS cuenta la enésima historia acerca de una improbable pareja de amigos, de muy diferente catadura, que emprende un viaje por los viñedos californianos para probar vinos, reconciliarse con ellos mismos y demostrarnos el discreto encanto de la mediana edad justo cuando crees haberlo perdido todo por el camino. Thomas Haden Church es el típico ligón ya venido a menos, una especie de Máximo Valverde sin muchas luces pero con la llama del deseo aún intacta, y que va a tomar este viaje como fin definitivo de ciclo, puesto que (al fin) va a casarse. Paul Giamatti, por el contrario, aún sufre las secuelas de su separación, porque creía que estas cosas no pasaban y porque su poco espíritu le lleva siempre a ver el vaso medio vacío, así que piensa que una buena cura puede ser perderse entre caldos de probada excelencia (de los que es un aceptable entendido) hasta toparse con el insuperable Pinot. Por el camino, esta extraña pareja conocerá a dos mujeres y el clima anecdótico-cómico del film deja paso a la reflexión sobre qué somos realmente y si podemos cambiar el rumbo de nuestras vidas sólo con proponernoslo. Con SIDEWAYS te emocionarás, te reirás sin perder demasiado la compostura y pasarás un par de horas de lo más entretenidas, lo demás no son más que milongas de cuarentón amargado...
Saludos vinícolas.

6 comentarios:

Cinemagnific dijo...

A mi me gustó. Me entretuvo.

dvd dijo...

Es más de lo que se le puede pedir a una peli americana contemporánea...

Groupiedej dijo...

Pocas veces me he arrepentido más de pagar por ver una película que con esta.
No la soporté en su momento y no creo que vuelva a darle una segunda oportunidad.

dvd dijo...

Pues mala suerte, porque a mí me gusta bastante...

Alamut dijo...

Recuerdo con mucho cariño esta película. Yo me separaba después de una relación de quince años y mis amigos creyeron que era una buena idea emular un "Entre copas" por los châteaux de Burdeos. Yo estaba hecha trizas, pero siempre recordaré ese viaje, aquellos desayunos con catas a las 10 de la mañana y el foie mi-cuit de Sarlat, los castillos de la ribera del Dordoña ... Todos los recuerdos están envueltos en una nube etílica, y sobre todo de las risas de buenos amigos, esas que me ayudaron a superar lo que creía insuperable.
Besos

Mister Lombreeze dijo...

Es una perla. Y contiene una de mis frases vitales favoritas:
"Entiendes de música, entiendes de literatura, entiendes de vinos, pero no entiendes mi problema. Tengo que follar todo lo que pueda antes de la boda".

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!