Podríamos aplicar a Steven Spielberg la misma ecuación que a Quentin Tarantino, estando ambos en una antípoda cinéfila consciente, y llegaríamos a la misma conclusión. Si A.I. hubiese sido firmada por el geniecillo de treinta años de turno, aunque no hubiese vuelto a rodar nada más, ahora estaría considerada como un clásico instantáneo de culto. Esto no es así por varias razones, pero se me antoja que la principal es que Spielberg no puede ser juzgado sino con recelo; es duro estar en la cumbre.
Pero vayamos al asunto, porque A.I., aun con todos sus excesos, con todas sus licencias y su preocupante falta de emoción, es una magnífica película acerca, precisamente, de todo eso: un relato profundamente pesimista sobre una humanidad sin humanidad ¿Que Kubrick lo hubiese hecho mejor?, eso no importa, es un debate sin sentido. Spielberg filmó más con un ecualizador que con una cámara y el resultado es así de irregular, con una exposición inicial deslumbrante; unos actores (Osment y Law acojonantes) casi perfectos; un desarrollo en tierra de nadie que la hace insoportablemente larga y un final polémico y que todo el que la vio destrozó. No es mi caso, a mí me dejó fascinado el final de A.I., el más oscuro de toda la carrera de Spielberg y una compleja declaración de principios.
David Lynch ha declarado repetidas veces que no volverá a rodar con cámaras que no sean digitales; puede que Spielberg se haya hecho en alguna ocasión el juramento de no volver a mirar con buenos ojos a la humanidad. Sus razones tendrá, pero habrá que ver cómo puede afectar esto a sus próximos proyectos, pues no me parece que Tintín, ni la revisión de El invisible Harvey encajen precisamente con el nuevo lado oscuro del otrora luminoso Rey Midas de Hollywood. Veremos.
Saludos artificiales.
6 comentarios:
A mí me pasa una cosa curiosa con A.I., y es que sé que es buena (muy buena) y que el final es extraordinario, y no sé explicar muy bien por qué. Lo que sí sé es que me dejó con una inquietud en el cuerpo que pa qué. Tengo que volver a verla.... :-)
Me encantó el título de este post. Para mi es una obra maestra, fría como el alma de un robot, triste y mágica. No se si Kubrick lo hubiese hecho mejor, pero Spielberg aquí se salió.
Saludos con alma de metal
Es curioso que en el año de su estreno no encontrara a nadie que compartiera mi fascinación por esta película, quizá junto a Minority Report (y salvando las distancias), la más adulta (quizá las únicas realmente adultas) del señor Spielberg. Es una de esas obras que van ganando con el paso de los años en la memoria colectiva, aunque cada vez se hable menos de ella.
Y es verdad que el final es desconcertante, en mi caso más por largo que por otra cosa, pero el mensaje casi nihil no pierde sin embargo su fuerza por ello.
P.D. me vuelves a pisar un post. Veremos a ver si no te voy a tener que dejar de leer...
El problema de MINORITY REPORT es que no elude su lado de show mediático (Cruise incluido). Ésta me parece bastante superior...
Gran película AI, con todas las expectativas que tenía, no me decepcionó en absoluto. Sigo pensando que es una de las cimas de Spielberg que ya solo piensa en hacer cuantas mas pelis mejor.
Una de las mejores películas de uno de los más grandes cineastas que dio (y sigue dando, por suerte) la historia del cine. Y ese final... estoy de acuerdo, no existe desenlace más angustiante que aquel en donde ya no existe la humanidad.
Saludos.
Publicar un comentario