Supongo que a Nicolas Winding Refn (pseudofrikis, absténganse) le mola lo de hacer ruido (¿Han visto por un casual la trilogía de PUSHER? ¿no?, vale, lo entiendo...); me imagino al hipercarburado y supervitaminado director danés rascando una pared ante sus colegas, golpeándola más tarde, si es necesario usando su propia cabeza. "Lo que sea si llama la atención" sería un buen eslogan para definir su cine, si es que lo consideramos como tal y no como un videoclip estirado hasta el infinito y mucho más allá.
El caso es que su último artefacto se llama BRONSON y cuenta (es un decir) la monótona peripecia de un tipo que existe de verdad en el Reino Unido y que lleva entre rejas 34 añitos y ha pasado por un centenar de prisiones, porque lo de la buena conducta parece que no va con él. Y poco más les puedo contar, porque el argumento consiste en colocar la cámara en posición cenital y que Tom Hardy (lo poco destacable es su interpretación) se pelee constantemente contra un montón de policías. En un momento dado lo drogan y lo meten en un pabellón psiquiátrico, y aunque se parezca en demasía a lindezas como LA NARANJA MECÁNICA o ALGUIEN VOLÓ SOBRE EL NIDO DEL CUCO, el vacío es ciertamente preocupante. No sabemos nada del tal BRONSON, ni sus motivaciones, ni si la charanga visual responde a algún tipo de denuncia carcelaria o si este tipo nos quiere acojonar (mirad qué gente más malita hay por ahí)... no sé; todo es confuso, con musiquilla guay (se dice cool ¿no?), iluminación de hospital... Bueno, le hará gracia a esos tipos que llevan un colgante con el logotipo, perdón, quería decir símbolo, de la paz y una camiseta de Charles Manson, que me consta que los hay. A mí, francamente, no me hizo ni puta gracia.
Saludos entre rejas.
1 comentario:
Algo había oído de este señor y sus peripecias... pero como a ti, no me mola nada de nada la glamourización de señores como estos.
No sé si la veré :-(
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