jueves, 1 de octubre de 2009

La religión de los cobardes

Una de las posibilidades más interesantes del cine es la de enfrentar al hombre con sus miedos y debilidades sin que éste pueda añadir nada en su defensa; así, y aunque el malo siempre sea "el otro", uno ve la película en cuestión y al intuir la denuncia no le queda otra que azorarse, además de enmascarar su vergüenza.
En 1972, el británico John Boorman ya se había hecho cierto hueco en la industria americana con las tremendas POINT BLANK y HELL IN THE PACIFIC; lo normal habría sido acomodarse un poco y ejercer de buen artesano en la Warner, algún drama familiar o un lucimiento para algún actor o actriz de incipiente carrera. Sin embargo, Boorman se embarca en un proyecto francamente complicado, contando nada menos que con Burt Reynolds y Jon Voight, por entonces en la cima de su carrera. DELIVERANCE es un film inusual, donde nada es lo que parece o podría parecer a priori; una salvaje declaración de principios sobre la maldad humana en estado puro. Para que nos entendamos, hablamos de las terribles desventuras de un grupo de aburridos urbanitas que deciden pasar un fin de semana en plena naturaleza, cazando, pescando y alejados del mundanal ruido. Después de vista, DELIVERANCE se recuerda sobre todo por su durísimo (y sorprendente) desenlace, con algunas de las escenas más explícitas del cine americano de la época, escenas impensables ahora, por ejemplo. Pero hay un desasosiego aún mayor, el que experimentamos cuando reconocemos que hemos construido ciudades para estar a salvo de una naturaleza a la que no somos capaces de dominar. Al igual que esos cazadores que son finalmente cazados, el espectador cae en la trampa de esperar una buena cinta de acción principalmente dirigida al público masculino y se encuentra con una reflexión sobre la violencia sin sentido, cuando los seres humanos son capaces de quedar por debajo de un animal cualquiera.
Saludos defensivos.

1 comentario:

Dr. Quatermass dijo...

No he visto esta pelicula, pero con lo que leo me voy a poner a ello pero ya.

Saludos!

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!