Hace escasos días me refería aquí a una película, EL SECRETO DE SUS OJOS, que va a ser de lo mejorcito que se va a ver de aquí a mucho tiempo. En el otro extremo, el más alejado, podríamos incluir el debut del uruguayo Federico Veiroj. ACNÉ tuvo un periplo curioso para tratarse de la película que se trata, del tipo de cine que intenta ser. Se vio hace un año en Cannes, fue nominada a los Goya y tuvo una aceptable distribución no sólo en nuestro país; sin embargo, se dictó sentencia respecto a Veiroj y su ACNÉ. Y es que muchas veces nos gusta hablar de ese "otro cine", incómodo, inteligente sin ser listillo, apto sólo para los muy cinéfilos; ese cine que, queramos o no, elige a su propio público y le va otorgando cierto status. Ése podría ser el caso de ACNÉ, el problema es que no lo es. Hablamos de un film que confunde estaticidad con tedio, repetición con énfasis; lo que Veiroj propone lo hemos visto un montón de veces, y mejor. Y lo que propone no es más que un ligerísimo retrato, en supuesta clave de educación sentimental, por parte de un chaval de ascendencia judía, en busca del afecto perdido. El chaval, afectado de acné galopante, sólo busca ser besado; antes visita burdeles, se tira a la asistenta... todo sustentado por una familia acomodada que sustituye el cariño por dinero a todas horas. Vale ¿y qué? Quiero decir, no hay emoción en ACNÉ, ni siquiera la emoción que subyace en la falta de emoción, ni siquiera hay un intento por incomodarnos; al igual que esos padres que le dan al pobre Rafa (descendiente directo de Buster Keaton) dinero cada vez que lo pide, Veiroj parece tener miedo de sacar los pies del tiesto y dar algún golpe de mano, lo que acaba por dejar el film en tierra de nadie, tibio de maldades. Ni a lo comercial, ni a la autoría feroz. Una oportunidad perdida y un film que se diluirá sin remedio, si es que no lo ha hecho ya.
Saludos con pomada.
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