sábado, 3 de octubre de 2009

Demodè fashion overlookin´ guys

Que no, que no me he vuelto loco. Que ya no salgo los viernes..., bueno, ya es que casi no salgo... Hombre, no seré yo quien defienda a un tipo tan sospechoso como Ben Stiller, pero si atendemos a las tibias producciones supuestamente "corrosivas" que Hollywood nos cuela cada vez con más asiduidad, lo cierto y verdad es que Stiller ha encontrado una manera de denunciar la imbecilidad imperante en yanquilandia sin por ello dejar de entretener y hasta haciendo caja, que ya viene a ser el colmo de la papanatería. Un buen ejemplo de todo esto es la magnífica TROPIC THUNDER, donde Stiller y su camarilla habitual elevan el ácido sulfúrico y arrasan con cualquier cosa que huela a políticamente correcto. Pero Stiller ya dio su primer aldabonazo con una comedia que se atiene a adjetivos como "esperpéntica", "indecorosa" o "desvergonzada". ZOOLANDER es, si sólo nos interesa la parte lúdica, un slapstick rodado en 2001, sobre un modelo masculino y sus intrascendentes tribulaciones. Punto final. Ahora, ZOOLANDER es otro caramelo envenenado, donde es Stiller el que mira de frente al espectador y le pone delante de las narices su propia condición de zoquete integral. Uno pica al principio, porque lo que se presenta no es más que eso, una nadería repleta de sobreactuaciones, cameos imposibles y una línea argumental propia de Steven Seagal o Chuck Norris. Hay que ver un poco más allá, porque ¿qué sentido intrínseco se nos está presentando como un monumental equívoco? Efectivamente, la pérdida de valores en una sociedad que eleva al cielo la frivolidad como rol a seguir y que idolatra a personas sólo por su imagen, imagen impuesta machaconamente y sin pudor alguno. Stiller sólo se sirve de esa misma puesta en escena y la traslada a su aparentemente inocentona comedia palomitera, el resultado es simplemente explosivo si no fuera porque también cae en la búsqueda de la risa fácil y se olvida en muchos momentos del sarcasmo sutil. Una escena: impagable el grupito de modelos masculinos que salen por ahí para calmar la "depre" de Derek Zoolander y que se convierte en un spot publicitario, sólo que tienen la ocurrencia de rociarse alegremente con gasolina mientras juegan con las mangueras... Imaginen el resto.
Pongo una mirada y... saludos.

3 comentarios:

Groupiedej dijo...

Me reconforta no ser el único al que le gusta esta película, irregular pero divertidísima y con una carga de mala hostia considerable.

Y no dejes de salir, ni los viernes ni ningún otro día, ¿para qué están las canguros?

dvd dijo...

A mí me pareció más corrosiva que graciosa. Y tenía el plan perfecto para esta noche, pero se nos ha resfriado Adrianica y me parece que me voy a quedar en casita, que tengo un par del Miyazaki antiguo que tengo que ver urgentemente.
¡Tómate una a mi salud, tú que puedes!

Crowley dijo...

A mi no me hizo mucha gracia, la verdad. Lo cierto es que no puedo con Ben Stiller. ¿Canguros? ¡Yo quiero una! ¡Por piedad!
Saludos

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!