viernes, 6 de junio de 2008

Un cierto trazo sesgado

Algunos (y de eso estoy seguro) habrán estado esperando con impaciencia este momento, pues no hay duda de que Lars von Trier es uno de los grandes animadores de la escena cinematográfica desde hace ya algunos años. No se preocupen que intentaré darle un huequecito a casi todos los que pueda.
Si quieren, podríamos abrir debate (aunque ya empieza a cansar) sobre lo que supuso dogma95, cuyo "enorme" impulso parece ya apagado, pero de entre la interesante y variada filmografía de este extravagante danés, la que sigue siendo mi preferida (y es la primera suya que vi) es la maravillosa EUROPA.
EUROPA recoge la fastuosidad del mejor Coppola y la inventiva visual de Kubrick para meternos de cabeza en una cuenta atrás sin retorno y, de paso, reinventar el fantástico en clave de "cinecómic", adelantando en casi veinte años a lindezas como SIN CITY o 300.
Ya en la primera y terrorífica secuencia, la hipnotizante voz de Max von Sydow nos introduce en una Europa demencial, devastada por la guerra, utilizando la primera cuenta atrás. Lo único que podemos ver es una vía en medio de la noche, iluminada por un tren que avanza incesantemente y que nos da la sensación de ingresar en un sueño (pesadilla, en este caso).
Lo que sigue nos descubre a un director en estado de gracia. Maneja bien tanto las multitudes en la estación de tren como las intimidades de una aristocracia sumida en la ruina moral, física y económica.
Nunca sabemos si lo que vemos es blanco y negro, pues de repente vemos ramalazos de color que enfatizan lo que el director pretende mostrar sin palabras. EUROPA contiene algunas de las escenas más impactantes del cine (creo que muy bien heredadas de su compatriota Dreyer), como un momento mágico en el que una catedral repleta de gente se ve invadida por la nieve al carecer de techo; o el suicidio del oficial, donde el color de la sangre devora el blanco y negro inicial.
Pero las grandes películas están obligadas a tener un final digno, si no sólo quedarían en correctas, y el final de EUROPA es, al mismo tiempo, un mazazo en la boca del estómago y un lento avance hacia lo inevitable. Habíamos quedado avisados desde la primera secuencia, al igual que el protagonista (¿qué diablos ha sido de Jean Marc Barr?), somos arrastrados a un fatídico desenlace. Cada acto que cometemos nos acerca cada vez más a EUROPA.
A menos que sufriese una grave bancarrota, no me explico el porqué del paso de von Trier de esta muestra de CINE EN ESTADO PURO a ese otro cine (perdón por la expresión) tacaño, imponiendo limitaciones donde debería presidir el disfrute del maestro que mueve los hilos a su antojo. En fin, tanto torpe por ahí con grandes presupuestos y medios y grandes creadores dando pasos de cangrejo. Afortunadamente, siempre nos quedará Europa.
Continentales saludos.

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No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

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