domingo, 29 de junio de 2008

Sin entusiasmo no hay "acción"


El otro cine, el otro cine. Sí, chavalines y chavalinas, crecidos al amparo de los multisalas de plexiglás, envueltos en el pegajoso hedor de las palomitas, intentando pasar disimuladamente ese delator brazo por detrás de la nuca de alguien que nunca se da por enterado, hartitos de no entender nada porque a nadie se le ocurre que las cosas, si se explican, a lo mejor hasta se entienden.
Desolador panorama el que nos espera con semejantes terroristas del ostracismo ¿Deberíamos recomenzar con la revolución de los títeres? Piénsenlo, pero mientras tanto, hablemos de ED WOOD.
De repente, a Tim "hombresinpeine" Burton se le ocurrió que quizá, si se lo proponía, a base de levantarse temprano y aparcar los cómics depresivos por un momento, podría realizar otro tipo de cine, alejarse de sus tópicos y fantasmas, aunque sin perder su particular sello.
Los incondicionales del director de SLEEPY HOLLOW o la reciente SWEENEY TODD (se admiten las diferencias entre ambas) estarán prestos a saltar sobre mi cuello, lo sé. Pero seguro que he leído a Cortázar más que ellos y sé que la verdad está principalmente compuesta de pequeñas mentiras.
Contar la demencial (¿John Waters se subió al carro o viceversa?) aventura de un tipo que, con la única ayuda de su inquebrantable fe, logró poner en pie algunos de los productos más impensables para la amordazada culturilla yanqui.
¿Que era un director malísimo? Claro, ¿y a quién le importa a estas alturas y con las series de la FOX de por medio? En fin, por un lado me gustaría resaltar el hecho de que, por una maldita vez, Burton dejó de mirar dentro de Burton y se entregó totalmente a otra causa absolutamente diferente y muchísimo menos frívola de lo que a primera vista podría parecer: la justificadísima denuncia sobre el envilecimiento de una cultura (la americana) cochambrosa a más no poder y sustentada casi siempre en el desprecio a la diferencia, a la ARTESANÍA, lo que jamás podrá fabricarse en serie y que se llama IMAGINACIÓN. Ahí queda eso.
Luego, lo cierto es que Burton intenta (a su manera, claro) hacer una especie de pastiche no declarado de CINEMA PARADISO o (y esto sí que lo traigo por los pelos) 8 1/2 ¡glub!. Y no le sale del todo mal. Johnny Depp conforma enjundia y veracidad en la piel del inabordable director psicópata; la reconstrucción del miniverso de Wood es casi mimético, labor auténticamente tributaria de un fan agradecido por la inspiración prestada; y, sobre todo, la interpretación de un exquisito Martin Landau en la piel, nada más y nada menos, del mismísimo Bela Lugosi, "actor fetiche" de Wood. Sólo por ver la estremecedora recreación de Landau merece la pena revisar este punto y aparte en la carrera de un director con talento, sí, pero demasiado aferrado a sus propias convicciones de eremita. Lo raro es que siga teniendo éxito.
Regalito para la afición: un trocito de la "película" que rodó en ¡1975! el que es considerado el Ed Wood español, un tal J.C. Olaria. Para que luego digan los frikis que no les tengo cariño.
Saludos marcianos.


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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!