miércoles, 25 de junio de 2008

Todos los gatos son pardos

No, no se me ha derretido aún el cerebro, ni intento provocar al personal obviando grandes clásicos y escogiendo películas claramente de género e incluso, en algún caso, de inequívoca vocación comercial.
Estoy en la obligación de explicar que mis elecciones son prácticamente instantáneas y, por lo tanto, totalmente aleatorias. Ya se sabe que nunca llueve a gusto de todos, por lo que tampoco es que me preocupe demasiado.
Y dicho esto, hablemos sobre una peli que yo situaría inmediatamente al lado de obras tan idolatradas como ALIEN, OUTLAND o STARSHIP TROOPERS. Es decir: cine de ciencia ficción de calidad, de ritmo intenso, trama in crescendo e interpretaciones solventes. O lo que es lo mismo: el cine ideal para desconectar (de vez en cuando) de obras más "sesudas" y difíciles de digerir.
Hablo (aunque muchos lo habrán adivinado al ver la ilustración) de PITCH BLACK, flamante puesta de largo del desconocido (y a juzgar por su postrer producción, a seguro que lo seguirá siendo) David Twohy.
La trama es sencilla, por lo que se torna, gracias a su inevitabilidad, mucho más inquietante que lo general en cuanto a sus coetáneas. En el espacio exterior (me pregunto cuál será el interior) una nave con diversos tripulantes se ve obligada a realizar un aterrizaje forzoso (¿si se trata de otro planeta también se considera aterrizaje?) en un planeta desconocido, prácticamente desértico y donde dos inmensos soles relucen inmisericordes.
Todo va bien hilado siguiendo los patrones del sci-fi convencional, porque todos, de inmediato, sabemos que algo muy muy malo les va a pasar a los pobres aerófragos (perdón por el palabro), pero la peli aún guarda algunos ases en la manga que elevarán el tono general de los primeros quince minutos (espectacular y muy bien rodada la escena del leñazo del aparato) hasta el insólito final.
Veamos: lo primero es lo acertadísimo del personaje de Riddick, encarnado por el casi siempre insoportable Vin Diesel, que vendría a ser una mezcla entre Hannibal Lecter, Matt Murdock y Wolverine. Personaje poliédrico y oscuro donde los haya, constituye prácticamente un argumento por sí solo. Pero el film también intenta algo que en el cine comercial se da casi nunca, es decir: explora y explota cada posible filón que la interacción entre personajes ofrece y que sólo la constante miopía de guionistas o directores deja escandalosamente de lado.
No nos encontraremos, por tanto, a los típicos buenos ni a los trilladísimos malos de siempre, sino que los personajes hacen creíble una trama inverosímil en base a que son tratados en todo momento como lo que son: seres con contradicciones, miedos, incertidumbres, capacidad de decisión y, como no podía ser de otra manera, mala uva cuando ésta es requerida por el sinfín de situaciones límite.
En definitiva, como tampoco quiero destrozarle demasiado la trama a quien no la haya visto, me despediré recomendándola como dignísimo producto de entretenimiento y dejando (siempre) los prejuicios para después del THE END.
Saludos desde la boca del lobo.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

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