Habrá quien se sorprenda de encontrarse una película rumana de sólo hora y media; en mi caso la sorpresa ha llegado al constatar que a FAMILIAR le hubiesen hecho falta un par de horas más. La historia de Dragos, cincuentón consentido, un poco hipocondríaco, hundido tras el telón de fondo de una historia familiar cuanto menos opaca, que piensa recrear, un poco ingenuamente, en una especie de documental, para el que no duda en embaucar a familiares, amigos y hasta examantes. Esa historia, la de la construcción del documental, hubiese dado para una extraordinaria película-río, en la pura tradición del cine rumano reciente, y paradójicamente Calin Peter Netzer (MARIA, MADRE E HIJO) no logra conectar su circunstancia personal con la esquiva odisea de unos padres emigrados a la fuerza a la Alemania de principios de los ochenta, que labraron una pequeña fortuna por su colaboracionismo. Infidelidades y traiciones del pasado, que conectan con la caótica vida del protagonista, que culpa a los padres pero que al mismo tiempo se ha aprovechado de las turbulencias de ese pasado. A lo mejor la película era nada más que esto, una pulcra (auto)confesión generacional, o un patético ajuste de cuentas, con las mentiras como moneda común. Personalmente, he echado de menos algo más de riesgo e imaginación en un guion que parece tirado con teleobjetivo.
Habrá que ver en un segundo visionado si de verdad me he perdido algo esencial a los ojos.
Saludos.
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