viernes, 7 de marzo de 2025

Películas para desengancharse #134


 

Es necesario ver (otra vez, quizá) WHITE HUNTER, BLACK HEART para comprobar el efecto encadenante en la filmografía como director de Clint Eastwood. Se unen en este falsísimo biopic sobre John Huston y el rodaje de LA REINA DE ÁFRICA, la exposición de esa mentira de las películas, en contraposición de una verdad que termina por engullir al artista en cuanto su engreimiento, por muy sanas que sean sus intenciones, se topa con una realidad que le supera y somete. Vista hoy, ha crecido en intención, y comporta ese Eastwood que vino después, el más celebrado, con la honestidad del cineasta veterano que no reniega en modo alguno de una carrera anterior, en realidad la sólida base sobre la que asentarse sin vértigo. Así, la excusa del rodaje, eternamente pospuesto, deliberada e innecesariamente trasladado al corazón de África, tan sólo para que el director pueda cumplir su obsesión de cazar un elefante, proviene de un meticuloso tratado del ese hombre aparentemente rudo, pero incapaz de aguantar a la miríada de imbéciles que diariamente le rodean. Especialmente fulgurantes, sus tres parlamentos, que albergan la figura del pistolero de SIN PERDÓN o el veterano de GRAN TORINO; o: te estoy diciendo en tu cara que eres un cerdo (o cerda, sin distinciones antidemocráticas) tan sólo para que tú mismo reconozcas que lo eres, que es la forma en que uno evita tener que usar un Magnum... o más o menos. Es cine que ya no existe hablando de un cine aún más anterior, y es cine sintomático, de termómetro, que quizá no sea tan refinado o sofisticado, pero nos coloca a cada uno en nuestro sitio, no siempre el más alto ni el más digno.
Desengancharse de tito Clint no es sencillo, por el mismo motivo que derribar a ese viejo elefante puede que no sea la mejor idea. Aún...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!