viernes, 5 de febrero de 2010

Vivir o morir es cuestión de tiempo

Y treinta años no son nada, añadiría. Hoy, una película que se revela más necesaria que nunca, porque Michael Cimino tuvo más arrestos entonces que cualquier directorcillo actual; porque logró filmar un poema de tres horas que muchos han confundido con una película sobre Vietnam; porque fue capaz de extraer hasta la última gota de talento interpretativo de unos actores que siempre han necesitado el calor del director; porque THE DEER HUNTER sigue descolocando al más pintado con su mezcla de onírica frialdad y afecto frustrado ¿Cuál es el cometido real de esta maravilla del séptimo arte? Soy de los que creen firmemente que no es un film bélico, en absoluto; pero tampoco un tosco drama sobre la vida antes y después de la guerra. No me impresiona tanto la ruleta rusa y su catarsis de efectos impredecibles, como la sutileza de un plano que muestra a Robert de Niro regresando en taxi, con su uniforme y sus condecoraciones, mientras en su barrio de toda la vida sus amigos le esperan para darle una sorpresa; de Niro ve las luces e indica al taxista que le lleve a un motel. La poética en Cimino no actúa por acumulación, al contrario, ésta se encuentra a medida que el director despoja a sus elaborados planos de consecuencia, de prosa, casi de significado. La partida de caza es más una ceremonia de despedida que de desahogo. El baile deviene exorcismo insoportable, como si la guerra empezara justo ahí, en la impotencia para mostrar los sentimientos. Los personajes se emborrachan, sudan, blasfeman, se enfrentan unos con otros, casi nunca están de acuerdo; contraviniendo la tendencia de lo que el cine está siendo ahora mismo, diríamos que estos personajes son perfectamente humanos, el objeto de interés de un solipsista confundido con un megalómano, porque la manera de contar de Cimino no es grandilocuente, sólo le hace falta el tiempo suficiente para poder desarrollar una cantidad suficiente de ideas y aprehender "eso" que se suele escapar por las rendijas de un set de rodaje.
En mi opinión, THE DEER HUNTER sigue siendo absolutamente única en su especie; un diamante sin pulir, de tremendo brillo y un cierto ensimismamiento, que le confiere su categoría de obra mayor, la obra de un visionario para el que la industria nunca estuvo preparada.
Saludos irrecuperables.

3 comentarios:

Kinezoe dijo...

Poesía sin adornos. Retrato duro, frío, amargo y desesperanzado sobre la amistad, la sinrazón de la guerra y la vida en general. Y con un tema musical, la "Cavatina" de Stanley Myers, que no hace sino amplificar las emociones.

La obra maestra de Cimino.

atikus dijo...

Cierto...una burrada de peli (en el buen sentido)...es que co esta peli me ha salido esta expresión!!!..:-)

YorchiMG dijo...

Leyendo su entrada sobre YEAR OF THE DRAGON he repasado las anteriores que tuvo a bien escribir sobre Cimino. Impresionante película, tengo pendiente una revisióm y magnífica crítica la suya.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!