Sophia Loren es Cesira, que vive en Roma pero procede del campo; con ella está Rossetta, su hija adolescente. A Cesira no le faltan pretendientes, pero se mantiene firme y orgullosa, o lo intenta. La guerra llega a Roma; los alemanes invaden la ciudad y vivir es una lotería. Cesira huye con su hija al pueblo de donde procede; ella no lo llama huida, sólo quiere "cambiar de aires". Por el camino, Cesira y su hija serán testigos de un suceso terrible; el avión que ellas dan como un bonito espectáculo de bienvenida acribilla a un caminante tan sólo a unos metros de donde se encuentran. En un poblacho, Cesira pide un poco de pan para su hija; los "inspectores", colaboradores de los nazis, intentan intimidarla y coaccionarla; Cesira se enfrenta a ellos y huye a duras penas. Ya en su pueblo, en plena montaña de Ciociaria, Cesira se encuentra con parientes y amigos; llega en pleno banquete y allí parece que la guerra no ha de llegar, pues hay comida en abundancia y los alemanes no han aparecido. Entre los comensales se encuentra Michele (J.P. Belmondo), que es idealista y se enamora de Cesira. Michele intenta convencer a Cesira, en un vano alarde intelectual, de que la sociedad está corrompida, sin valores ni justicia, y que el resto del pueblo vive cobardemente. La denuncia no se hace esperar y Michele desaparece; esto conlleva la aparición del ejército nazi y Cesira debe huir de nuevo.
Ustedes me permitirán que me ahorre lo que viene a continuación, porque estaría desvelando el impresionante desenlace de LA CIOCIARA, la obra maestra de Vittorio de Sica que puso de manifiesto tres cosas fundamentales: Que se puede adaptar fielmente una novela (en este caso Alberto Moravia) y no perecer en el intento. Que el neorrealismo aún tenía algo que decir en plena década de los sesenta. Y, sobre todo, que Sophia Loren, además de ser la señora más sexy del mundo mundial (esto lo digo yo...), era capaz de dar un recital de interpretación como la copa de un pino; su Cesira es uno de esos papeles que ponen la carne de gallina y de Sica, como el gran maestro que es, maneja el tiempo del film perfectamente y va metiéndolo todo (historia, personajes, ritmo, desenlace) en un pavoroso embudo del que, dado el momento, nada puede ya salir. Una obra maestra que le dio un merecidísimo oscar a la Loren y que la encumbró en Cannes, donde también ganó; una película de esas que le gustaría (y nunca podrá) protagonizar a la señora de Bardem... No digo más...
Doble saludo.
2 comentarios:
No puedo estar más de acuerdo en subrayar la belleza de esta mujer. Es que no se puede ser más guapa, más sensual. Y en cuanto a la película de Sica, digo lo mismo, impresionante: la vi en aquel maravilloso programa ya desaparecido de Digital Plus, Cineclasic, presentado por Octavi Martí. Habrá que hacerle un homenaje a este hombre algún día.
Saludos.
Y encima buena actriz...
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