domingo, 7 de febrero de 2010

Como un guante

Si ayer hacía mención de mi icono erótico personal, hoy esto mismo pasa de la persona al personaje. GILDA, Rita Hayworth, el culmen de la femme fatale o, si me lo permiten, la calientapollas por excelencia.
Y es que GILDA no es más que eso; los esfuerzos de un arribista y pétreo Glenn Ford por dominarse ante los nada disimulados empellones de su antiguo y tortuoso (suponemos) amor. Luego está la historia del supuesto espía, que si se escapa, que si le dan por muerto, que si vuelve pero no es por nada sino por celos... Vamos a ver, porque si atendemos a GILDA expresamente como película, película de género, cine clásico de estudio, con dos figuras de la época, una trama bien definida y secundarios solventes y carismáticos (el barbero graciosete, el profesor chantajeado), entonces GILDA es una película más, no está mejor ni peor hecha que cualquier otra obra de encargo. Y, sin embargo, Charles Vidor desata las correas y, emulando al Johnny Farrell que lanza los dados en el arranque, se lo juega a todo o nada... y gana. Y gana porque Farrell es un personaje inabarcable, misterioso en la justa medida y avasallador si se ve acorralado, un príncipe mendigo sólo al alcance, quizá, de Bogart o Mitchum. Y gana porque el casino se convierte, por arte de magia, en un espacio mítico donde caben todas las posibilidades de lo trágico, lo fatal, lo lúdico, lo banal... lo humano. Pero evidentemente gana porque Gilda necesita despellejar de celos a Farrell, humillarle ante los borregos que le adulan cada noche, y es entonces cuando GILDA deja de ser cine y se instala en su propia mitificación, que la sitúa más allá del bien y del mal y que obra el milagro, porque GILDA, sesenta años después, sigue siendo una de las experiencias más turbadoras a las que puede enfrentarse un espectador supuestamente "moderno". La volví a ver hace un par de meses y la sensación era la misma ¿Por qué me engancha tanto esta película si cada vez se le notan más las carencias de guión? ¿Por qué sigo esperando ese momento, ese clímax, si ya me lo sé de memoria? Bueno, supongo que en la respuesta a estas cuestiones se encuentra el misterio de la imagen en movimiento, de la penetración en nuestra retina, la violación visual...
Saludos con guantazo.

4 comentarios:

José Angel dijo...

Estoy de acuerdo en la clave que hace diferente a esta película: lo has dicho muy bien: Vidor desata las correas y suelta lo que Farrell lleva dentro. Esa ambigüedad torturante, es lo que hace grande y muy peculiar esta cinta: y la belleza de Gilda, cómo no: digo lo mismo que con la Loren (aunque prefiera a ésta): no se puede ser más guapa.
Saludos.

dvd dijo...

Es que la Hayworth estaba aquí que se salía... hasta del vestido...

Kinezoe dijo...

Rita Hayworth. A "Gilda" se le perdona todo (y es bien poco lo que se podría mejorar, dicho sea de paso) precisamente por esta mujer. Se come la pantalla a cachos. Una de las tres mejores femme fatale de la historia del cine.

Cine negro pata negra. Un portento de película.

Saludos.

Dr. Quatermass dijo...

La Hayworth está para todas las violaciones visuales del mundo. Pero estoy de acuerdo en que sin el glamour Gilda se queda en un film justito.

Saludos!

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!