miércoles, 17 de febrero de 2010

El comunalismo va a llegar

Siempre hay películas de las que es más difícil extraer una descripción ajustada y conveniente, películas escurridizas, volubles y que cuesta sacar del ostracismo para intentar situarlas en el sitio que el tiempo transcurrido ha de otorgarles. En este sentido, SLEEPERS está justo en el mismo sitio que hace catorce años; catorce lejanos y pesados años, mucho más lejanos que los setenta de THE MALTESE FALCON, por ejemplo... más que nada por dar una idea de qué es moderno y qué no.
SLEEPERS marca el declive de Barry Levinson, de su incapacidad para salir de parámetros previamente dictados por mamá industria, al mismo tiempo que confirma el de Robert de Niro y deja en evidencia una máxima pocas veces respetada: que la amalgama de nombres, si no responde a un fin determinado, sólo produce desorientación y un extraño sopor dramático. Y la comparación perfecta para justificar esto es el magistral trabajo de Clint Eastwood en MYSTIC RIVER, pues su crudeza y sensibilidad a la hora de "mostrar" se torna miserabilidad y exhibicionismo en manos de Levinson; las víctimas, lejos de convencer de su precaria situación tras sufrir todo tipo de vejaciones, se erigen en poderosos ángeles vengadores que darán al espectador su ración de bloody mary hollywoodense periódico. Supongo que un director tan tibio no podía menos que arredrarse ante la terrorífica perspectiva de la venganza según Tarantino; porque lo que es fresco desprejuicio cinéfilo en uno, no es más que una rancia sucesión de catequesis estreñida en la que nos ocupa. He vuelto a ver SLEEPERS y la cosa sigue sin funcionar, y una gran pregunta sobrevuela sus más de dos horas, que se hacen como cuatro y media: ¿Tiene género SLEEPERS?
Saludozzzzzzzzzzzz...

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!