ROOSTER COGBURN fue el antepenúltimo film protagonizado por el grandioso e inimitable John Wayne; tras ella, sólo le quedó vida para el policíaco BRANNIGAN y la entrañable THE SHOOTIST. Eran los últimos momentos de este gigante del cine, que junto a John Ford elevó el western a cotas impensables cuando éste era un género denostado... ¿qué digo? Gracias a Wayne y Ford, el western fue un género mayor, inscrito para siempre con letras de oro en la historia del cine. Y me he acordado de este título menor por diversos motivos, dejando para mejor ocasión algunas de sus incontables piezas maestras. Primero por la curiosa trayectoria de Stuart Millar, su director, que sólo filmó la estimable WHEN THE LEGEND DIES en 1972, tres años antes de la que nos ocupa, y únicamente regresó, nada menos que en 1989, para realizar la olvidable y lacrimógena DREAM BREAKERS. Además, este atípico western, más cercano a la comedia que al género en sí, juntó al bueno de Wayne nada menos que con Katharine Hepburn, que recupera el espíritu de las heroínas irlandesas de Ford. La historia no es gran cosa, pero merece la pena revisitar de nuevo al huraño Rooster, el personaje que le dio el oscar a Wayne seis años antes en la sobrevalorada TRUE GRIT. Cogburn es un sheriff borracho, pendenciero y amoral que vive con un cocinero chino que sólo le hace fideos y con el que siempre pierde a las cartas; en su camino se cruza la señorita Goodnight, inflexible mezcla de beata solterona y recia mujer de campo. Como digo, no es tan importante lo que ocurre (la típica historia de buenos contra malos) como el interesante tour de force otoñal de estos dos monstruos de la interpretación; un título pálido frente a su inmensa trayectoria, pero ideal para pasar un rato con esta insólita pareja.
Saludos con parche.
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