martes, 28 de enero de 2025

Supertrump


 

Veamos THE APPRENTICE en sus dos vertientes claramente expuestas. Por un lado, el retrato casi bufonesco de Trump; su ascenso a hombros de un tipo inmoral y pagado de sí mismo como Roy Cohn, que bien podría ser la forja de un tipo con una ambición inversamente proporcional a sus escrúpulos. Por el otro, habría sido más interesante hurgar en las muchas heridas abiertas. La psicopatía indisimulada, la misantropía por encima incluso del machismo o el clasismo; porque había un relato de terror nauseabundo en esa sinfonía de despachos, apretones de manos y pinzas en la nariz. Trump es a día de hoy, y por segunda vez, presidente de Yanquilandia, lo que podría ser un reflejo (todo lo deformado que quieran, pero reflejo) de la sociedad que lo ha votado. La herida infligida por Ali Abbasi, al que se le nota incómodo navegando por fórmulas encorsetadas, es mínima, y tanto hubiera dado haber ido hacia una ficción, posiblemente encubierta, pero más corrosiva. De hecho, ni siquiera funciona en lo formal, gastando toda la munición de gags anaeróbicos en lemas y mantras, que acaban por agotar al más pintado, mientras que la selección musical es tan obvia que parece una playlist preparada por un algoritmo de Spotify ¿Por qué no es un desastre? Por algunos destellos, no muchos, a cargo de Sebastian Stan y Jeremy Strong, cuyas dentelladas visuales y verbales tendrían que haber copado todo el metraje de una cinta que no es tan grande como debería. Quizá su protagonista no es tan grande como él cree, quién sabe...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!