sábado, 18 de enero de 2025

More emo than an emo


 

Terminar una película con el "Drácula ye-ye" de Andrés Pajares es suficiente argumento para ponderar cualquier cosa que suceda en ella. Lo digo porque VAMPIRE HUMANISTE CHERCHE SUICIDAIRE CONSENTANT es canadiense, y hasta donde sabemos este gesto coloca a su directora alineada con el frikismo musical de, por ejemplo, un Tarantino. No solo ello, sino también la saludable sorna con la que se nos cuenta la difícil tesitura de Sasha, una joven vampira de 68 años que se niega a morder a nadie, porque su postura es respetar la vida ajena, aunque suponga su alimento. Todo ello ante la incomprensión de su familia, que piensa que sólo es una fase tonta de juventud, y que Sasha mantendrá intacta la tradición familiar en cuanto muerda un buen cuello. Un poco a caballo de la melancolía de DÉJAME ENTRAR y la comedia desaforada de LO QUE HACEMOS EN LAS SOMBRAS, la película, aun con sus altibajos y problemas de ritmo, es una curiosidad de esas que se celebran por su concisión y falta de prejuicios, con un trasfondo muy interesante como retrato generacional y sin renunciar a cierta truculencia, lo que le valió una mención especial en el Sitges de 2023. Y todo ello hace que vuelva a preguntarme el porqué de que estas propuestas tengan una distribución tan pésima, hasta el punto de pasar completamente desapercibidas.
Es una película más de vampiros, pero también es mucho más que eso.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!