martes, 31 de diciembre de 2024

La olla y los comensales


 

Pocas veces un título ha expresado con mayor clarividencia el sentido de una historia. Por mucho que la sepamos, nos la pretendan reescribir o se metamorfosee en el animal de ojos suplicantes, hay una bella y doliente metáfora en LAS BICICLETAS SON PARA EL VERANO, aquella obra de teatro que el genio de Fernando Fernán Gómez ideó para representar a toda España a través de una casa de vecinos madrileña. Desde el arranque hasta el cierre pasa todo. El calor mitigado por una horchata, la despreocupación de la familia humilde de ideas libertarias. Y los primeros amores de un joven, la promesa del amor libre o el reparto de los bienes una vez "el puñadito de militares sublevados" entrase en razón. La chica obligada a volver a su pueblo, la hija que quiere ser actriz, los cotilleos de azotea y anises o la angustia de la casera, a la que le devuelven la sonrisa las bombas sobre la casa, justo al revés... Y entonces los aprovechados, cambiando el bando sin merma de facultades, y las ollas vacías de lentejas, y el hambre. Aquella España a la que nadie tuvo en cuenta, como el padre que regatea al niño que prefiere leer novelas a estudiar, rondar a las chavalas a hacerse un hombre, sabiendo que si no aprueba una bicicleta que se ahorra hasta el otro verano. Luego es tarde, y ya no quedan veranos...
Hermosa, desgarradora y necesaria.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!