La rareza es lo diferente, capaz de sortear las dificultades de la precariedad, sobreponiéndose con ideas claras y concisas. Hoy lo llamamos "cine de culto", pero su mayoría lo componen títulos que pasaban sin pena ni gloria, a la sombra de las producciones "canónicas". El sub del sub nos indica que hemos visto a verdaderos visionarios, kamikazes entusiastas, artesanos elegantes y una estirpe al fondo del todo, una minoría cuya visión del séptimo arte no concuerda con modas, mercados ni imposiciones. Y eso que el caso de Curtis Harrington es extrañísimo, porque tuvo una carrera ínfima en el cine, pero extensísima en culebrones ultracomerciales en televisión. Harrington hizo un puñadito de películas cuando tenía tiempo y algo de calderilla, y se dejaba caer con films que revelan a un cineasta sensible, y que hoy día se impondría a mediocridades que todos conocemos. Pero su culmen llegaría en 1961 con NIGHT TIDE, un enigmático cuento, entre la ensoñación y un romanticismo decadente, del que fue absoluto artífice, y en el que un pizpireto Dennis Hopper deambulaba por los bulevares de una Santa Monica de aspecto fantasmal, mientras perseguía fascinado a una joven que se exhibe como sirena en una atracción. Ni terror, ni fantástico, sino más bien uno de esos poemas filmados a puerta fría, con un presupuesto inexistente para recrear casi un estado mental alterado por una obsesión que nunca nos es explicada, pero que da paso a infinidad de interpretaciones, porque esta joven podría ser apenas una impostora, una asesina o una auténtica sirena rescatada en Grecia por el marinero que ahora la muestra en una urna. Todo ello podría ser posible, y también producto de un sueño demasiado real, quizá como lo hubiese soñado Frank Booth antes de enloquecer...
Si se preguntan qué es una peli de culto, aquí tienen la respuesta.
Saludos.
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