He defendido muchas veces el primer cine de Almodóvar, precisamente por la valentía de su inconsciencia, que le llevaba a una irreverencia tan trufada de ternura como de dardos envenenados. No es ENTRE TINIEBLAS la película que más me gusta de esta etapa, pero desde luego es una de las más audaces y contestatarias, y cuyo argumento desataría toda clase de polémicas en esta sociedad del nuevo puritanismo en la que nos vemos inmersos. Las Redentoras Humilladas es una orden de monjas que practica el culto a las drogas, la extorsión a los ricos y tener como mascota a un tigre; hasta allí llega Yolanda, una desastrada yonqui y cantante en riguroso playback, que huye de la policía, que la busca por ser sospechosa de la muerte de su pareja por sobredosis. La madre superiora se encapricha de la joven, con la que comparte la afición por la heroína, mientras recuerda a la última descarriada a la que protegió, y a la que amaba en secreto. En un elenco completamente femenino, brillaban las habituales Julieta Serrano, Carmen Maura, Chus Lampreave o Marisa Paredes, que interpretaba a una psicópata asesina que busca la redención mediante la autotortura física y la ingesta de ácidos, que la van a acercar a dios. Desgraciadamente, Almodóvar le dio el rol protagonista a la desconocida Cristina Sánchez Pascual, que no estaba llamada por los caminos de la interpretación.
Volver a verla hoy día es una experiencia casi marciana, lo que me parece suficiente para recomendarla en fechas tan señaladas.
Saludos.
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