Transitando el camino opuesto, Rodrigo Moreno propone en LOS DELINCUENTES una lúcida lección del significado, travieso y escurridizo, de lo que damos en llamar "lo esencial". Ello estará agazapado tras insignificantes pistas, toneladas de cotidianidad, mientras a nuestro alrededor se despliega la cola del pavo real, el despiste insípido del colorín, fugaz como un triste rascarse. Para ello, el mecanismo incluye una falsa trama de intriga, desatada por el motivo central: el robo de una importante suma por parte de un empleado de banco. No importa, no vayan por ahí porque no van a entender nada; se desesperarán y clamarán contra ese cine argentino (y de otras partes) que va tan lento, que no cuenta historias emocionantes ni se alía con el ansia escapista del espectador, sino que aprovecha las posibilidades del audiovisual para imprimir una crónica de (ir)reverente lucidez. Este relato nos lleva, como restándose importancia, hasta el choque de la felicidad falsa del materialismo con eso tan raro y marciano que es ser libre, pero que, una vez experimentado, ya es objetivo irrenunciable. Ni la estancia voluntaria en la cárcel del "delincuente" es tan aterradora como esa vida repetida, mortal como una losa que va cerrándose. Y es que si no fuese por casualidades, no veríamos lo evidente hasta que fuese demasiado tarde, porque los tesoros más valiosos están al alcance de la mano.
Magistral.
Saludos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario