jueves, 2 de enero de 2020

Ojos que sangran



Premisa y resultado. Calma o premura. Marco y desarrollo. Todo falta, por abajo y por arriba, en una película como FREAKS, un timidillo ensayo en clave superheroica de bajo presupuesto, solventes actores y una lastimosa incapacidad para hacerse entender, cuando lo que cuenta no es nada que no hayamos visto antes, y mejor. Hasta los últimos minutos no podemos acceder a lo que realmente sustenta su extraño guion, que sugiere mucho para terminar contando casi nada. Un hombre mantiene a su hija encerrada en una cochambrosa casa, advirtiéndole de los peligros del mundo exterior, pero le puede la curiosidad y sale, encontrándose con un inquietante hombre que vende helados. Y así contada podría haberse hecho una película malsana y perturbadora, pero los debutantes Lipovsky y Stein no saben muy bien qué hacer con el material, estirarlo más allá de lo que no habría dado para más de un corto, y el metraje se asimila entre bostezos por acumulación repetitiva. Emile Hirsch y Bruce Dern dotan de entidad a sus planos personajes, y la jovencísima Lexy Kolker es convincente, pero son 100 minutos de mirar el reloj y preguntarte qué ha hecho que acabaras viendo esto en plena Nochevieja...
A los protagonistas les sangran los ojos...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!