miércoles, 29 de enero de 2020

La generosidad de los crueles



UNE PARTIE DE PLAISIR, de 1975, supuso un punto de ruptura sustancial en la filmografía de Chabrol, que por muy heterogéneo que fuese siempre mantuvo una mecánica interna poco dada a los trastornos semánticos. Lo primero que llama la atención es que los protagonistas eran el guionista habitual de Chabrol, Paul Gégauff, su mujer Danièle, e incluso su pequeña hija Clemence. Orbitando en una relación de pareja que se presupone moderna y abierta, lo que se cuenta es la podredumbre moral de un tipo cínico y manipulador, que empuja a su mujer a mantener relaciones con otros hombres, pero luego se lo echa en cara, sobre todo cuando se da cuenta de que ella prefiere a sus amantes, que se comportan mucho mejor con ella. Sumido en unos celos que es incapaz de asumir ni reconocer, acaba por separarse y casarse con una mujer más joven, pero sigue pensando constantemente en su ex mujer, llegando al punto de manipular a su propia hija para volver a verla. Una película retorcida y malsana, que critica a una parte de la burguesía que siempre ha estado mitificada (la que surgió de Mayo del 68), y que desemboca en el peor final posible, al tiempo que devolvía a Chabrol a la primera línea de un cine francés que empezaba a revolverse contra sus otrora intocables totems.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!