jueves, 16 de enero de 2020

Parque temático 2



Acabo de terminar la segunda temporada de WESTWORLD, enterándome de que la tercera tiene inminente fecha de estreno en HBO, lo que me deja un par de sensaciones contrapuestas. Por un lado, la frescura que destilaba la primera temporada brilla aquí por su ausencia, y a Jonathan Nolan y agregados les cuesta una barbaridad hacer avanzar una historia basada en una miríada de referencias a la primera, pero que parece prepararnos para un apoteosis final. La traca existe, ciertamente, pero se reserva un último cartucho para recordarnos que no todo acaba aquí, y no sé cómo tomarlo, e incluso dudo mucho que me vaya a atrever a seguir indagando en algo que creo agotado, o a mí me lo parece. Desaparece la reflexión filosófica sobre la vida artificial, y en su lugar hay vueltas y más vueltas en torno a la posibilidad de que nada sea lo que parece, con el problema añadido de que las barreras entre el mundo virtual y el real desaparecen, y el rumbo de la narración se desnorta y se pierde entre datos que no aportan claridad, mientras los personajes aparecen y desaparecen sin previo aviso. No discuto la calidad técnica ni las de nuevo sobresalientes interpretaciones, pero me pregunto por el verdadero propósito de la serie, de la misma forma que el personaje interpretado por un soberbio Ed Harris parece ser, incluso en su intrínseca maldad amoral, el único con un poco de lucidez en un mundo que termina por semejar un mareante tiovivo.
No sé, ya veremos.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!