viernes, 22 de noviembre de 2019

El cristal que no corta



JOHN WICK: CHAPTER 3-PARABELLUM es, lo dije a propósito de las otras dos, lo que es. No se puede decir mucho más sobre una franquicia que ya se mira a sí misma con altanería indisimulada, y que le importa un bledo todo lo que no le sirva para desarrollar su onanista universo, en los parámetros más convenientes. Sí, también lo dije, que era una hamburguesa gourmet, con ingredientes de calidad, colorines epatantes y potenciadores del sabor, pero una hamburguesa al fin y al cabo: carne picada y procesada para un consumo y olvido instantáneos. Sin ser memorable, es mejor saber que no lo pretende, pero el principal problema siempre es el mismo. Tras una primera media hora (larga) que es una maravilla de suspense narrativo, con las manecillas del reloj pendiendo sobre la cabeza del protagonista, a la que han puesto el precio de 14 millones, casi estamos en el terreno de SOLO ANTE EL PELIGRO; Keanu Reeves corre bajo la lluvia, mientras la ciudad está repleta de ojos que le recuerdan que le darán caza en cuanto se dé la orden desde esa organización secreta, de un poder incalculable, y que no perdona a Wick haber transgredido sus inquebrantables leyes. Desgraciadamente, pasado el subidón inicial, lo que queda es el habitual despiporre de patadas, cortes y disparos; y todo filmado con esa pátina de lo irreal, o hiperreal, como una superficie plástica, como una hamburguesa gourmet...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!