jueves, 7 de junio de 2012

Caballo de Troya



Si ayer mismo hacíamos referencia a un clarísimo exponente de la "nueva comedia escatológica americana", el caso de hay, aunque deba estar sujeto a múltiples matizaciones, y en una división absolutamente contrapuesta, sirve tanto o más para analizar realidades del cine actual, sus mutaciones en tanto que géneros o propuestas que emerjan de una realidad social ineludible. Por eso no me gustan las etiquetas, por lo mucho que se queda en el camino. Una película que creo que ha sido poco comprendida (no en Cannes, desde luego) fue HABEMUS PAPAM, de Nanni Moretti, del que debo aclarar antes que su cine espetado, de pocos desvíos ni ornamentos, no suele entusiasmarme. Y lo digo porque lo primero que aflora en boca de los críticos es la palabra "comedia", lo que no deja de asombrarme después de ver uno de los acercamientos más mordaces y certeros a la pantomima (la palabra es esa, no otra) de la iglesia católica, y más concretamente de su siniestro epicentro vaticano. Por supuesto que Moretti tira de sus habituales chascarrillos, a mitad de camino del verdulerismo mediterráneo y la flema británica, pero esto no es más que otro artificio para relajar la tensión, puesto que lo que se cuenta no es grave, sino gravísimo; y tanto es así, que si yo fuese creyente tendría serios quebraderos de cabeza con mi propia conciencia. No es el esperpéntico sistema de elección papal mostrado al principio, ni la caricaturesca disposición de los integrantes del cónclave (aumentados por el seco escepticismo del psicoanalista interpretado por el propio Moretti); como mucho menos el disperso deambular del Papa huido (excepcional Michel Piccoli) o el poco creíble torneo de balonvolea (pese a contener los momentos más estéticamente bellos del film). Lo que me interesó realmente de HABEMUS PAPAM es que el compendio de todo esto, su amalgama de drama, comedia, psicología de salón y vocación de análisis social, le sirve a un cineasta para penetrar donde difícilmente se permite hacerlo, que tampoco considero que sea El Vaticano en sí y como terreno físico, sino en el interior de esos hombres (porque lo son) castrados, apocados, vencidos por un peso que ni siquiera ellos mismos comprenden y apoltronados en un demencial sistema de jerarquías que si funciona es precisamente por la poca permeabilidad que siempre ha tenido. No, no es una obra maestra, ni mucho menos; y tiene fallos, imperfecciones y gran cantidad de licencias, pero Nanni Moretti, con su valentía casi casual, le ha demostrado al hombre común que nada (¡nada!) es intocable y, por lo tanto, sagrado. Eso, por sí solo, es impagable.
Habemus salutem.

2 comentarios:

fiona dijo...

Yo pensaba que esto era un tipo de documental y no le había prestado mucha atención...pero tendré que verlo.

1besico!

dvd dijo...

No, nada de documental. Se trata de una ficción acerca de un tipo que sufre un ataque de pánico al ser elegido Papa... Más o menos... Está muy bien, muy entretenida...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!