viernes, 15 de junio de 2012
Ozu en Viernes #10
Si trazásemos una línea imaginaria que pudiese unir a cineastas tan aparentemente alejados como Ozu y Scorsese, creo que nuestra última oportunidad de hacerlo creíble pasaría por HIJOSEN NO ONNA (UNA MUJER FUERA DE LA LEY), donde podemos encontrar muchas de las constantes más reconocibles del cine del director neoyorquino. Tanto es así, que Ozu dispara esta difusa historia en varias direcciones, incluyendo el mundo de los mafiosos, el boxeo y el tráfico de influencias. Por supuesto esto es Yokohama años treinta, y por mucho que el cine negro americano estuviese en su pleno apogeo, la sintáctica predominante es, una vez más y fielmente, el cuento moral de redención y humildad frente a las tentaciones de la vida. Aquí, el tajo es más fuerte, si cabe, que en títulos pretéritos (y aquí comentados), y se refiere a la disquisitiva luz/oscuridad o arrepentimiento/abandono, mediante la que se nos narra por una parte la insulsa vida de una dependienta que mantiene a su hermano (les suena ¿no?) y que ha de aguantar los abusos de un jefe encaprichado, mientras el antes mencionado deja los estudios para dedicarse al boxeo de baja estofa. Por otro lado, el capo que controla, entre otras cosas, el gimnasio donde va el aspirante a púgil, tiene una novia que prefiere trabajar de mecanógrafa antes que ser una mantenida. Por el camino, el gángster se enamora de la hermanísima, ésta le coge el gusto a los revólveres, la despechada renuncia y el hermano descubre que su canijura no es apta para el cuadrilátero. El final nos remite, un poco destartaladamente, a unos Bonnie & Clyde nipones en aras del último golpe y retirada; sin embargo (lo avisábamos antes), el arrepentimiento todo lo puede, y ella tiene un súbito ataque de bondad, aunque previamente hayan desvalijado la empresa en la que trabajaba. Evidentemente, Scorsese todo esto lo hace mejor, pero no deja de resultarme curioso descubrir cómo incluso en los rincones más insospechados podemos advertir las huellas de directores posteriores y a cuyas habilidades dotábamos de una autoría ¡ay! tan escasa como sutil.
Yo les juro que la de el Viernes que viene también es muda. Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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