Abonado a la disyuntiva de concatenar pelis por el mero hecho de compartir una temática, por delgado que pudiese ser ese cordón, lo compulsivo a veces deriva en una media sonrisa que nunca le ha hecho daño a nadie, tan sólo para comprobar que el tiempo pasa muy deprisa cuando lo hace por encima de nosotros. En 1990, a alguien en la Fox se le ocurrió que sería buena idea aprovechar la creciente ola de culto de una película que, apenas tres años antes, había puesto de acuerdo a los amantes de la acción, la ciencia ficción y el terror, una mezcla explosiva que, de no llevarse con cuidado, puede derivar en un batiburrillo ingobernable. El mismo lumbreras vio claramente que el sustituto de Schwarzenegger tenía que ser Danny Glover, por lo que sea... y por lo de las armas letales, claro. Que para abaratar costes era mejor rodar en L.A., que ya estaban los estudios hechos, y que la excusa argumental era gente ametrallándose con Uzi's y polis jugándose el pescuezo por el SMI. PREDATOR 2 fue un exploitation de todo ello, de Glover, un actor con tendencia a esconderse detrás de los coches empuñando una pistola, de los jamaicanos porreros y vudú-practicantes, de Bill Paxton desaprovechado como falso comediante, de la dentadura de Gary Busey, los chascarrillos de María Conchita Alonso y un Rubén Blades que pasaba por allí. California a 45 grados, pero gente que no se quita la gabardina; es lógico que ese olorcillo atrajera al pobre Yautja, que se convierte en héroe involuntario de este film que ha envejecido peor de lo que recordaba tras aquel visionado, hace 35 castañas, en un tórrido y desolado cine Florida. El caso es que tiene algunas (pocas) imágenes icónicas, como la que ilustra estas líneas, y ese "depredador" solitario, observando a los imbéciles de abajo matarse sin que él intervenga, podría haber sido un emblema... No hay nada de eso, créanme.
Flojita, flojita.
Saludos.
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