Oiga, yo venía a hablar de una película, una española, y buena según dicen. Lo que me encuentro es fórmula de la más prescindible, un cine, como su protagonista, perfeccionado artificialmente (la vida, o se recoge como una patata del huerto, o no es comestible). Plástico cercenado de las catacumbas de unas escuelas de cine que están fabricando obreros obedientes, a los que les han dado un manual de dirección y un sueldecito en precario, y así no. Filma con sangre en las manos, no con un café de Starbucks; tu creación es lo mismo que denuncias: un papagayo que se ha leído el diccionario, pero le cuelga una cadenita de la patita. LA VIRGEN ROJA expone lo peorcito del cine español, para convertir una historia fascinante en un melodrama para costureras (TVE al mediodía/Amazon a tiempo completo). Ni el contexto histórico, ni unos personajes que parecen hechos en Playmobil, estáticos, con declamaciones que ni Benito Perojo... no sé ¿esto es lo mejor que somos capaces de ofrecer? Normalmente no soy tan duro, y prefiero hurgar en los aciertos aunque sean nimios, pero esto ("esto"), perdónenme, no es más que comida precocinada, colonia del chino, una pequeñez con la única aspiración de conformar otro ladrillito de temporá en el "Amazonas de la vergüenza", el mismo que pide dinero para acabar poniendo anuncios, y con ese dinero pagar en precario a sus trabajadores. Brillante. Mientras, sigan criticando a quien busca financiación para ampliar un, aleluya, espacio cultural y/o de esparcimiento, que debería ser lo mínimo en un país decente. En lugar de ello, se hartarán de leer mamarrachadas a euro el párrafo (con suerte), donde los amamantados de siempre (y también los nuevos) van a convencerles de que Pescanova realmente ofrece pescado...
Terrible es decir poco.
Saludos.
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