Imposible concebir hoy día una película como THE YEAR OF LIVING DANGEROUSLY, en la que Peter Weir daba una (otra) clase magistral sobre cómo conciliar géneros, con el objetivo de crear un todo que se siente cohesionado, incluso en un relato que parece intencionadamente destartalado y antipático, pero cuyos ejes brillan en armonía tanto como por separado. La novela de C.J. Koch nos situaba en una Indonesia que en 1965 era una bomba de relojería, con el dictador Sukarno atrincherado en su torre de marfil, y los insurrectos comunistas tomando las calles, lo que dejaba a la mayoría de la población en una situación desesperada de miseria, violencia y enfermedades. Justo allí llega Guy Hamilton, un reportero australiano, joven e idealista, que no se conforma con registrar la realidad, sino que cree poder intervenirla, cuando obtendrá un duro baño de realidad al conocer a Billy Kwan, un curioso personaje, fotógrafo, que se mueve como pez en el agua en el conflicto, precisamente porque no lo idealiza. Rodada en Filipinas (Indonesia la prohibió durante dos décadas), el film, aun con sus licencias e imperfecciones, funciona por la admirable síntesis del guion y la construcción de personajes, apoyada por la improbable química entre un magnífico Mel Gibson, perfecto como "el hombre blanco insertado en un mundo que no es suyo", y una apoteósica Linda Hunt, en una interpretación que por momentos pone la carne de gallina, que ganó merecidísimamente el oscar en 1982, y que de paso dejó en casi anecdótica la historia romántica entre Gibson y una Sigourney Weaver que parecía impuesta para no dar de lado a un melodrama que termina siendo lo menos interesante de este film rescatable y reivindicable, como cualquiera de uno de los cineastas más infravalorados de todos los tiempos. El tiempo nos dará la razón...
2 comentarios:
Profesión (periodismo), amor y toma de conciencia en un turbulento escenario que condiciona y precipita posturas. Potentes, precisas y en ocasiones, impresionantes imágenes que trasmiten emoción y credibilidad a una historia con muchos matices. Pienso que esta película probablemente fue la inspiradora de la también excelente BAJO EL FUEGO de Roger Spottiswoode, rodada a continuación.
También me uno a destacar la patética y modulada composición de la diminuta Linda Hunt encarnando un complejo personaje masculino.
Un saludo.
Totalmente de acuerdo. "Bajo el fuego" me parece menos lírica que ésta, por cuanto Weir es un gran mago de las imágenes, pero buena y reivindicable película, por supuesto. Otra similar que me viene a la mente es "Salvador", de Oliver Stone, con un James Woods descomunal. Lo de Linda Hunt en este film es irrepetible, mágico...
Un saludo y gracias por comentar.
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