lunes, 4 de mayo de 2009

Bajo una palmera, en Islandia

Voy a dar cuenta de una película de la que debo adelantar que me entusiasma aunque no quiera; la que más me gusta, hasta el momento, de su discutible director, el irregular M. Night Shyamalan.
Es éste un tipo capaz de sorprenderme e irritarme a partes iguales; puedo decir de él que es un niñato con suerte y, seguidamente, rendirme ante alguna que otra cosa que, actualmente, sólo parece estar a su alcance en el cine comercial americano.
Dicho esto, a nadie se le escapa que SIGNS es, probablemente, su título más discutido y menos reconocido. Creo que es un error. Porque SIGNS pertenece a ese reducidísimo círculo de films suicidas que se inscriben sin empacho alguno en una fatídica tradición de "films comerciales de género" y, sin embargo, increíblemente, SIGNS, pese a una narración algo autista (quizá su mayor defecto), tiene unos cuantos momentos simplemente incomparables. Y son incomparables porque llevo viendo pelis de invasiones extraterrestres toda la vida (y ya son unas cuantas) y ninguna había logrado que me tragara, aunque fuera ilusamente, que aquello podría pasar algún día. A Shyamalan le da igual (o eso creo) ponerle un casco de papel de plata a Mel Gibson mientras la tierra está siendo invadida; así como depositar en un mero bate de béisbol la última esperanza de una reducida familia a la que el hábil guión va guiando hasta el sitio más reducido, una especie de última isla donde ya no se puede retroceder, sólo creer y resistir. Esto hay que percibirlo, claro; si no, toda la película es otro subproducto más dedicado a recaudar para La Máquina. Y, sin embargo, insisto, creo que es el trabajo más fascinante de su autor, especialmente en ese tramo, justo antes de la escena final, en el que aún no creemos nada de lo que se nos está contando, donde pensamos que el tipo ha vuelto a meter la pata por jugar a ser el más cool de la clase. Justo ahí, los incrédulos protagonistas (y nosotros con ellos) están viendo en la tele unas imágenes en directo; hay gente que corre, coches pitando... nada que no hayamos visto antes. Entonces, el alienígena aparece de sopetón, fugazmente, como si tal cosa. Es un segundo que estremece por cómo está narrado, con ese magnífico gusto por lo inverosímil hecho carne. Como si nos enviaran una postal desde Islandia y sólo viéramos palmeras...
Saludos desde el maizal.

4 comentarios:

marguis dijo...

La escena que comentas es electrizante, te dan ganas de gritar a las niñas del video, ¡quitos de delante! ¡quitaos!
A mi estas películas que llevan escrito destino al final, y en las que todo pasa por una razón y tienes que ir desmadejando el puzzle para entender el final... me encantan.

Dr. Quatermass dijo...

Me uno a los fanáticos de esta película, y cierto, esa escena estremece, es genial colar eso en un telediaro, te lo hace sin duda más creíble. A mi en general todo lo que ha hecho este hombre me ha gustado bastante (incluyendo las discutidas "El bosque" y "La joven del agua"), peeeero la última "El incidente", ahí si que se le fue la pinza, y malgastó una estupenda idea convirtiendola en un sinsentido.

Saludos!

dvd dijo...

A mí, ya digo; unas me fascinan y otras me mosquean. Y, curiosamente, no en el orden en que las juzgó la mayoría. Hasta en eso es atípico el tío...

Capri c'est fini dijo...

No, no puedo con Señales, es superior a mí... No es que le tenga especial odio a Shyamalan (aunque en general no me gusta), pero el conjunto Shyamalan-extraterrestres-Mel Gibson-Joaquim Phoenix es un coctel demasiado duro para mí.

Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!