sábado, 23 de mayo de 2009

Pesadilla sin fin

Corrían los aciagos años noventa cuando Abel Ferrara, que sólo había sido considerado como el émulo underground de Scorsese, decidió retratar concienzudamente sus propios demonios. Así que dejó de estilizar la figura del gangster neoyorquino y mostró la gran pandemia del hombre moderno: sus adicciones.
THE ADDICTION continúa el infierno desatado en BAD LIEUTENANT y que está presente en otros títulos menores, como BODY SNATCHERS o DANGEROUS GAME. La diferencia, en este caso, viene dada por una particularísima visión del vampirismo, la adicción a la sangre, poco menos que correspondida con otras adicciones más comunes y que todos tenemos en mente, máxime si hablamos de Ferrara.
No creo que la intención de Ferrara fuera una simplista historia de terror, su logro es transmitirnos el "mono" de una mujer (tremenda Lili Taylor, ¿qué ha sido de ella?) que ha sido mordida por una vampira sin motivo aparente. Es esta adecuación neblinosa, inexplicada, la que dota a un film en principio mil veces visto de una fuerza inusitada. El vampiro mostrado como un vulgar yonqui, la sangre comerciada como heroína o cocaína, las víctimas seducidas, atrapadas e indefensas.
A mucha gente le fascina la breve intervención de Christopher Walken como Grand Vampire, pero no me convence a mí demasiado, no por falta de calidad, sino por interrumpir bruscamente el fascinante deambular de esa vampiro-yonqui que no puede reprimir su nueva adicción, pese a saber que debe matar para ello. Y todo filmado en un blanco y negro crudo, casi expresionista; donde se sustituyen castillos y páramos por callejones y sombríos locales, el mundo inequívoco de Ferrara.
Es una hemorragia de satisfacción el saludarles una vez más.

3 comentarios:

Groupiedej dijo...

Ya dije que me encantaba... la usé como felicitación navideña y todo...

Luis Cifer dijo...

muy interesante la filmografía deferrara pero sus últimas pelis... son muy flojas. ¿no?

dvd dijo...

Lo de Ferrara también es digno de un sesudo estudio; es capaz de obras maestras contundentes y de basuras comerciales, como lo que hizo con Madonna. De lo último... la verdad es que ya no me interesa tanto; MARY es una ida de olla descomunal y quizá la del cuento de navidad se deja ver con curiosidad.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!